Tradicionalmente, la ciencia ficción ha estado catalogada en el terreno de los imposibles. Buscar por medio de ella la realidad es una situación que peca de inverosímil, por decir lo menos. Hacerlo en televisión es sondear el terreno de lo experimental y, a veces, esos proyectos surgen con una estrella tan buena que es preciso, para esta crítica, aplaudirlos.
History Channel nos pone frente a los ojos una pregunta que nos retumbará en la conciencia: ¿Qué pasaría si la raza humana desapareciera instantáneamente de la Tierra?. Muchos podrían esgrimir que el mundo se acabaría. Bueno, el mundo tal cual lo conocemos, sí. Pero la vida continuaría en otro estado, en otra forma, quizás más dramática pero definitivamente más natural.
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La Tierra sin humanos es una serie para asustarse, las conclusiones de un nutrido grupo de ingenieros, botánicos, ecologistas, biólogos, geólogos, climatólogos y arqueólogos se presentan a través de imágenes generadas con la más moderna tecnología en televisión.
Imagine usted lo que sucede con el polvo, los insectos, la luz solar, etcétera, si cierra su casa para tomarse un viaje sabático, definitivamente a su regreso tendrá mucho moho, polvo y cosas desagradables que limpiar; ahora multiplique esa situación en todo el mundo, al mismo tiempo. Los animales empezarán a ser los dueños del reino, ¿qué sucederá entonces con los depredadores? ¿de dónde obtendrá el alimento para subsistir nuestra amada mascota, acostumbrada a su plato con bolitas sabor a carne? Multiplique, multiplique y exponga su mirada al resto del mundo. ¿Se asusta de sus pensamientos en este momento? Para quienes piensan que esta serie es una muestra de aquellas cadenas que invaden nuestro correo electrónico con mil maldiciones si no empezamos a cuidar el medio ambiente, ¡pueden olvidarlo!
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La Tierra sin humanos no busca explicar el porqué de la desaparición del hombre, busca imaginar lógica, coherente, sesuda y científicamente lo que pasaría con el mundo en que vivimos ahora. Los edificios colapsarán, las cucarachas y las ratas se extinguirían y probablemente Darwin dirá que podrían aparecer nuevas especies. La ciencia ficción imprime realidad y aleja de la fantasía o del realismo mágico cualquier idea que usted pueda hacerse.
La serie está compuesta por diez capítulos, en cada uno se aprecia un aspecto distinto de esta ¿involución o evolución? un día, una semana, un mes, un año y 70 años después de los humanos. Un narrador que sobrecoge al decir: “En el tiempo de los humanos (...)”.
Por qué escogí este tema para esta columna, pues fácil, el programa va más allá de eludir a una conciencia colectiva. Ya posee un récord propio de audiencias. Solo durante su estreno en Estados Unidos reunió 5,4 millones de espectadores, el más alto logrado en la historia de uno de los más prestigiosos canales internacionales, History Channel.
Un hipotético viaje visual que nos muestra también que los grandes rascacielos, construidos en sitios estratégicos y con millonarios capitales, se convertirían en ecosistemas verticales, donde antes los pisos de mármol y las alfombras recibían invitados a fiestas y lujos, después del año 2010, sus habitantes serían los pájaros y la vegetación, exuberante.
Si todo lo anterior no es suficiente para llamar su atención, permítame decirle que, sin establecer una fecha específica, La Tierra sin humanos habla de los temas más o menos así: “En el año 2010, cuando los humanos ya habían desaparecido...”.
Este ojo analítico de un futuro post humano nos permite un ejercicio de imaginación más poderoso que el propuesto por John Lennon. Pero la serie que hoy puede observarse a partir de las 22:00 está basada en el libro del científico Alan Weisman, World without us (El mundo sin nosotros). Más allá de haberse convertido ya en un best seller, el texto posee la característica de haber logrado golpear la conciencia ecológica de los estadounidenses.
Pero no todo es ciencia, que por demás está expuesta de manera muy atractiva y dinámica; también la serie se pregunta por lo sensorial, y haciendo un llamado a la criticidad del mayor de los depredadores, hace de refilón la pregunta del millón de dólares: “Las plantas añorarían seguramente la música de Beethoven y muchas especies nos agradecerían haber dejado los puentes, otra de las maravillas creadas por el ser humano. Ahora bien, ¿la Tierra en su conjunto nos echaría de menos?”.
Habría que poner en una balanza la destrucción y la creación causada por el hombre... Prefiero dejar esa cuestión en el aire.