Una supuesta deuda de 165.000 dólares por droga desencadenó cuatro muertes y tres atentados explosivos en Guayaquil.
El primero ocurrió a las 22:00 del miércoles pasado en la mz. 1 v. 38 de la cdla. Bellavista, donde se encontró un tubo de 20 centímetros que contenía tres tacos de dinamita.
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La detonación provocó un orificio en el piso que dejó a la vista una cisterna de agua, además de la rotura de los vidrios de los ventanales y la destrucción de parte de la puerta metálica del garaje.
En el lugar se encontraron papeles escritos a mano que advertían a alguien llamada Gisela Suárez de que había una deuda pendiente por cancelar de Pablo Aníbal Salazar Guerrero.
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Según moradores del sector, la casa está deshabitada desde hace dos semanas.
La otra explosión sucedió en la cdla. Los Almendros, mz. K v. 3, donde por efecto del estallido se destruyeron los ventanales. Allí también aparecieron los escritos amenazantes.
En este caso, Emilia Rocío Vera Ortega señaló que el atentado estaba dirigido a su esposo, Pablo Aníbal Salazar Guerrero, quien fue asesinado a tiros en la cdla. Autoridad Portuaria (en el sector Las Malvinas) el pasado 7 de octubre, cuando se movilizaba junto a su hijo y otras dos personas en un vehículo Hyundai Santa Fe blanco de placa CRM-521.
Asimismo, indicó que Salazar era el propietario de la casa en la cdla. Bellavista donde ocurrió la primera explosión.
A las 23:00 apareció otra bomba en las calles 12 y Colombia, en el suroeste de la urbe, afuera de la vivienda de Emilia Martillo Ortega, madre de Emilia Vera.
El artefacto no se activó presuntamente porque no fue encendido de la manera correcta. “Al parecer se apresuraron en encender la mecha y se les apagó”, dijo Freddy Jara, especialista en explosivos.
Agregó que la gente que realizó ese tipo de atentados tiene conocimiento sobre la fabricación de explosivos.
Junto a la bomba dejaron cartas similares a las que se hallaron en las otras viviendas. En ellas se amenazaba de muerte a Emilia Martillo si su hija Emilia Vera no cancelaba la deuda que tenía con ellos su conviviente.
Martillo sostuvo que ni su hija ni su familia conocían de la supuesta deuda y que ellas nada tienen que ver con las actividades que realizaba la víctima.
Mientras tanto, de las investigaciones preliminares que realiza la Policía se conoció que Pablo Salazar sería líder de la banda de Pablito, dedicada a la venta de droga, la cual estaría en medio de una vendetta por territorio y deudas que en este mes ha cobrado al menos cinco vidas.
La hipótesis que se maneja es que las ejecuciones se estarían ordenando desde la Penitenciaría del Litoral.
Otra de estas sería la de Ernesto Salazar Guerrero, hermano de Pablo Aníbal, quien fue secuestrado y asesinado a tiros a las 23:30 del lunes pasado en las calles 28 y la C, suroeste de la ciudad, junto a Gloria Cecilia Núñez Manzano.
Ese mismo día, a las 16:30, había sido ejecutado Teófilo Enrique Navarrete Urrea, de 41 años, en las calles Hurtado y avenida del Ejército.
A las 22:00 del miércoles pasado, en el km 11 de la vía a Samborondón, un hombre inidentificado fue hallado sin vida con un disparo en la cabeza. Según un identikit de la Policía sería también integrante de la banda de Pablito.
Juan Ruales, comandante de Policía del Guayas, reiteró que se investiga este caso, que “al parecer es un ajuste de cuentas entre bandas”.