Cero polémica más cero dramatismo, más cero escudriñar en la vida de los otros, más cero chismes dan como resultado un programa como ‘Las tardes son de Carolina’. Si bien se nota que Carolina Jaume ha pasado por algunas clasecitas de pulido en cuanto a expresión y dicción, lo que es meritorio y profesional, a la producción aún le falta “algo” para llegar a ser un programa bueno.
Pese a ello, tiene muchas cosas que bien podrían tomar en cuenta “otros que deciden meterse en programas de entretenimiento”. ‘Las tardes son de Carolina’ proyecta una propuesta que no es nueva: un programa con público en vivo, donde el entretenimiento se basa en la improvisación.
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Desde este punto de vista, el programa cumple. Tiene un enfoque de ayuda social y plantea un reality al que ya se le ha dado muchas vueltas en la televisión internacional y local: la fiesta rosada de los sueños dorados. La Jaume se ha estrenado como presentadora y, más allá de que lo haga bien o mal, su intención, decisión, tesón, esfuerzo y tenacidad para llevar adelante un programa para todo público son sencillamente admirables. No recurre a la tendenciosidad de lo burdo o la burla hacia los otros, pero plantea el sarcasmo como un recurso completamente válido desde su discurso en los sketches. Se debe replantear quizá el uso de ciertos clichés que podrían ofender a varios aludidos, pero creo que ha empezado por buen camino. ¡Adelante!