Tras abandonar los conflictos se convirtieron en productivos

No siempre las pandillas estuvieron en conflicto. En Guayaquil, en 1994 la Estrella de Cinco Puntas, conformada por los Latin King, Ñetas, Masters, Big Clan y Nación de Hierro, mantenía buenas relaciones, así lo recuerda George Asanza, integrante de la Nación de Hierro. Compartían el mismo espacio sin pelearse por el territorio y sus miembros hasta bailaban en las mismas discotecas: Latin Palace (hoy Alto Nivel, av. Juan Tanca Marengo) y El Magnate (frente al Colegio Técnico Simón Bolívar), a la salida de los colegios. “Cuando desaparecieron estos centros de diversión comenzaron los enfrentamientos, ante la falta de espacios de recreación empezamos a luchar por obtener gente y territorio”, cuenta George, líder de esta agrupación, que entre 1995 y 1998 fue detenido en once ocasiones por tenencia ilícita de armas y robo de vehículos.Pero no solo la falta de espacios ha provocado esta guerra, pues a ello también contribuyen los problemas familiares, la crisis económica y la incapacidad del Estado de mejorar las condiciones sociales de los barrios, así lo manifiesta Mauro Cerbino, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).Esta guerra, que ha involucrado a unos 10 mil pandilleros en Guayas, según la Policía, ha causado unos treinta muertos en promedio cada año. Solo en el primer trimestre del 2006 murieron 29 personas, un año antes habían fallecido 31 en medio de las balas. Esto ocurría mientras en algunas agrupaciones como la de Asanza se concretaba un proceso de paz que había empezado en 1999. Fue en esa época cuando la Fundación Ser Paz y su directora, Nelsa Curbelo, los buscó para un programa.Comenzaron a trabajar limpiando las paredes que años atrás habían rayado con los nombres de sus pandillas. Luego siguieron con grafitis de paz. Uno de los grafiteros conocido como Taz pintó murales.Para Cerbino, un individuo ha pasado por un proceso de paz cuando disminuye su nivel de ansiedad. “Significa empezar a construir un futuro de otro tipo, sin sobresalto, construir una vida con mayor estabilidad”, recalca el investigador. Esa fue la elección de algunos de los integrantes de estas agrupaciones.Por ello acudieron a su primera reunión con Ser Paz, en 1999. En este proyecto participaron alrededor de once agrupaciones, entre ellas Rebeld People, New People y Némesis.“Ser Paz no quería destruir las pandillas sino fortalecerlas, si antes hacían cosas negativas que ahora trabajen en labores productivas”, refiere Asanza.Hoy, tras participar en talleres de capacitación y solución de conflictos, Nación de Hierro y Viudas Negras lucen serenos y dispuestos a impulsar las microempresas que obtuvieron con la ayuda de Ser Paz.En uno de estos negocios, en la peluquería Barber Shop, Jimmy Plaza, de 28 años, de la agrupación Viudas Negras, transforma el cabello de sus clientes en novedosos estilos. “Aprendí que los problemas no se resuelven con problemas”, dice Plaza.En este local, ubicado en Lorenzo de Garaycoa y León Febres-Cordero, junto con él laboran otros cuatro compañeros hace dos años y medio. Plaza se inscribió cuatro años atrás en los cursos de Contabilidad y Atención al cliente de Ser Paz.Sergio Meneses, de 20 años, también se beneficia de estos talleres. El pasado 22 de agosto terminó el curso de Aerografía que ofrece Ser Paz, en Pío Montúfar y Manabí. Sergio, quien pertenece a la nueva generación de la agrupación Nación de Hierro, junto con otros jóvenes, el miércoles pasado daban forma a los primeros años viejos que venderán en diciembre.Mientras Asanza, tras recordar el proceso que vivió el grupo para trabajar en la Imprenta, señala que continuar no es sencillo. “En ocasiones como en todo negocio hay clientes que por el tipo de trabajo que realizamos se demoran en pagar las facturas”, cuenta Asanza.Sin embargo, señala que sí tienen trabajo, entre ellos folletería, revistas y otros productos que les solicitan empresas como Lab. Bassa, Seguros Prima, Novacero, Instituto de la Niñez y la Familia, entre otras.Mientras tanto, los integrantes de estas agrupaciones, que encontraron la paz, sostienen que el ser solidarios y leales con quienes les tendieron la mano cuando nadie lo hacía, es la capacitación más importante que recibieron en su vida.

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