Eduardo Márquez de la Plata Orrantia
Guayaquil.- Cuando escuché hace tiempo atrás por varios medios de comunicación que Barcelona regresaba a su habitual uniforme, camiseta amarilla y pantaloneta negra, dije: ¡Por fin!, vamos a recuperar nuestra identidad que es un asunto que va por encima de los resultados futbolísticos. Esa noticia sí me alegró.

Acto seguido me llegó ese olor a estadio Modelo. Recordé a Spencer; ese solazo que pegaba por las tardes y no dejaba ver; a Ephanor; a mi pana el colero que decía que vendía las colas heladas y nunca lo estaban; a De los Santos; a esa galeta que se venía abajo de la emoción cuando en los clásicos mi Barcelona saltaba a la cancha; a Montanero.

Luego mi mente me llevó a ese maravilloso y único estadio Monumental; a Trobianni; a ese partido con River; a las dos finales de América; a Alfaro Moreno; al último campeonato.

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Pero al final, era lo de siempre, era ese equipo muy querido, el más popular, era ese Barcelona de ayer, hoy y siempre. Era ese Barcelona "el de la pantaloneta negra".

Eduardo Márquez de la Plata Orrantia,
Guayaquil