La música de Wolfgang Amadeus Mozart ha perdurado desde hace más de dos siglos, así como las conjeturas sobre lo que condujo a su muerte súbita registrada a los 35 años, el 5 de diciembre de 1791.

¿Acaso el compositor fue envenenado por un rival celoso? ¿Habrá tenido un parásito intestinal por comer carne de cerdo mal cocida? ¿Habrá muerto envenenado accidentalmente con el mercurio utilizado para atenderlo de un supuesto ataque de sífilis?

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Un informe aparecido el pasado martes en la revista Annals of Internal Medicine insinúa que el gran compositor austriaco pudo haber sucumbido a algo mucho más trivial: una infección bacteriana –posiblemente estreptococo en la garganta–, la cual derivó en una insuficiencia renal crónica.

Los investigadores examinaron los registros sobre los decesos ocurridos en Viena durante los meses previos y posteriores al fallecimiento de Mozart y los compararon con las causas de defunciones registradas  los años anteriores y siguientes.  

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“Notamos que en el momento del óbito de Mozart había una epidemia menor relacionada con las muertes y en las que hubo hidropesía (hinchazón por acumulación de líquido), que resultó ser también la característica de la última enfermedad de Mozart”, manifestó el doctor Richard Zegers de la Universidad de Amsterdam, uno de los autores del estudio.

Hubo un aumento súbito en las muertes relacionadas con estas hinchazones entre los hombres más jóvenes de Viena en la época de la muerte de Mozart en comparación con otros años estudiados, haciendo pensar que la existencia de una epidemia menor de enfermedad por estreptococo, agregó Zegers sustentado en el estudio,

Según la evidencia recolectada sobre su expiración, Mozart vivió sus últimos días sufriendo hinchazón, así como dolor de espalda, malestar y salpullido, todos síntomas que indican que el compositor austriaco pudo haber fallecido de una enfermedad renal contraída por una infección por estreptococo.

Las infecciones estreptocócicas graves eran mucho más comunes entonces que ahora y, de hecho, tenían complicaciones muy graves, señaló, por su parte, el doctor William Schaffner, un experto en enfermedades infecciosas en el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt que no estuvo involucrado en el estudio.

Esto seguramente dará pie a muchas discusiones de ahora en adelante, agregó.