El ex director Metropolitano de Cultura de Quito (hasta el pasado 7 de agosto), Miguel Mora, considera que el bicentenario del Primer Grito de Independencia debe ser celebrado no únicamente como una fiesta, sino como un hecho de trascendental importancia para la vida del Ecuador. Según Mora, estos hechos históricos han sido puestos en el análisis para plantear un bicentenario diferente, que no sea solamente una fecha de recordación, sino una fecha de un ejercicio histórico hacia las raíces, pero también hacia el futuro.
¿Cuál fue el enfoque con el que se trabajaron los temas del bicentenario?
Se planteó como un ejercicio de la memoria; es decir, auscultar las raíces de lo que hoy se llama Ecuador y lo que implica esta transformación a lo largo de estos 200 años, no simplemente como una celebración ni como una fiesta. Esto va más allá de eso. Por eso, los actos se van a prolongar hasta el año 2012 y no terminaron este 10 de agosto del 2009. Todo se ha proyectado en función de los hechos históricos subsecuentes, como la Masacre de los patriotas del 2 de Agosto de 1810, o la primera Constitución de Quito. Y eso, a su vez, va unido a otros hechos libertarios, como el 9 de Octubre de 1920, en Guayaquil y la independencia primera, como se ha denominado a la Batalla del Pichincha, en 1822. Estos son hechos que están, de alguna manera, concatenados históricamente.
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¿Cómo mirar las acciones de Simón Bolívar en este bicentenario?
Hay un hecho importantísimo como es el juramento del Libertador Simón Bolívar. A raíz de la matanza de los patriotas, Bolívar jura ante Dios, ante sí y su pueblo, la liberación de los países de América Latina para que esa sangre derramada no sea en vano. Estos hechos históricos han sido puestos en el análisis para poder plantear un bicentenario diferente, que no sea solamente una fecha de recordación, sino que sea una fecha de un ejercicio histórico hacia las raíces, pero también hacia el futuro: ¿qué proyectamos?, ¿qué buscamos los ciudadanos de este país, de América Latina?, ¿qué hará la nueva generación que será justamente la generación del bicentenario?
¿Y cómo debe interpretarse el mensaje del bicentenario?
El bicentenario tiene un mensaje de unidad nacional, porque la primera nacionalidad de las tierras de lo que hoy se llama Ecuador ha tenido siempre un concepto de integridad a través de Quito. De esta ciudad han surgido muchos movimientos insurgentes que han ido reivindicando un poco una búsqueda de una unidad a través de un gobierno. Vale decir, por ejemplo, que el 10 de Agosto tiene importancia en esta situación. Y por eso se consolidó también como Luz de América a petición del cura chileno Camilo Enríquez, que participó en la gesta y luego fue a Chile e hizo desde ese país la proclama de que Quito sea considerada como Luz de América, en función de que se hizo un cambio de Gobierno. Fue el primer grito, a pesar de los actos de insurrección que sucedían en otras latitudes, como en La Paz, Bolivia, pero en Quito sí sucedió un cambio real de Gobierno. De tal manera que fue la primera gran transformación y esa es la gran diferencia. A parte de que hay un apoyo innegable de sectores populares con los cabecillas de esa reyerta. Entonces, sí hay un momento importantísimo que marca cambios, que marca tendencias. Por eso ocurre al año siguiente la matanza, porque, finalmente, descabezan a un movimiento que sí tenía proyección.
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¿Cuál es el ejemplo concreto que nos deja el Primer Grito de la Independencia?
Primero nos permite demostrar que a lo largo de la historia los momentos de luminosidad les ganan a los del oscurantismo y que siempre hay una llama prendida que estará lista para ser arreada por las nuevas generaciones y los nuevos pensamientos; luego demuestra que esta es una revolución inacabada, porque nos falta liberaciones a los latinoamericanos y ecuatorianos en muchos sentidos: social, económico, político. De manera que es una proyección a futuro que implica un compromiso de todos y cada uno, es decir, nos deja también compromisos serios en lo educativo, en la forma de entender, incluso, la vida que tiene que proyectarse hacia el futuro. El bicentenario en una enseñanza enorme y va a servir para que salgamos fortalecidos en cuanto a identidad, al sentido de pertenencia.
¿Cómo se podría evaluar lo que pasó en el centenario de esta misma fecha?
La presencia de Eloy Alfaro en el centenario fue vital, porque primero proyectó a nivel internacional una celebración del centenario. Y a pesar de las condiciones en ese momento, logró hacer varias citas internacionales en Quito, que plantearon, justamente, discusiones de lo que sucedía en el centenario de la independencia. Y, además, dejaron obras que son tangibles, como la integración nacional a través del tren o luego el dejar físicamente la estatua en la Plaza de la Independencia o las transformaciones sociales importantes. Esas son huellas que deben ser valoradas.
¿Hay suficientes elementos para mantener una agenda de celebraciones hasta el 2012?
Sin duda. Creo que mientras más auscultamos la historia hallamos más hechos significativos y si nos proponemos cambiar en función de una unidad más férrea de este país, tendremos material más que suficiente, no solo para hacer recordatorios, sino para hacer ejercicios de proyección hacia el futuro.
Perfil
Miguel Mora Witt nació en Loja, el 19 de septiembre de 1953.
Obtuvo el título de antropólogo con especialidad en Gestión Cultural, en la Universidad Politécnica Salesiana.
Entre 1995 y 2000 fue asesor de la Dirección de Cultura del Banco Central.
Estuvo en el Municipio de Quito del 2003 al 2009.