Una ‘Diva del Pop’ con una apariencia más tonificada, que derrochó energía, fuerza y contagió de entusiasmo con sus recién cumplidos 51 años, fue el espectáculo que brindó la cantante Madonna el pasado sábado en su gira Sticky & Swett, en Varsovia.
La oposición de los grupos ultracatólicos al concierto no evitó que cerca de 85.000 personas disfrutaran de la primera actuación de la Reina del Pop en Polonia, un acontecimiento único en un país que no suele ser parada de las grandes estrellas.
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El concierto tuvo lugar en la víspera del cumpleaños 51 de la diva, una ocasión que sus fieles polacos no dejaron pasar y fue aprovechada para entonar la versión polaca del feliz cumpleaños, mientras levantaban al aire miles de corazones de papel blanco con declaraciones de amor eterno.
Desde luego la edad no fue un impedimento para que la norteamericana hiciese una vez más gala de una forma física prodigiosa, algo que exhibió bailando, saltando y deslizándose sobre el escenario durante las dos horas que duró su actuación.
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Una Madonna mucho más en forma que su público, al que le costó entrar en calor y que poco a poco fue entonándose gracias a temas clásicos como Like a virgin o Frozen, que fueron mezclándose con canciones de su nuevo trabajo, Hard Candy, su undécimo disco, que la ha confirmado como la auténtica emperatriz del pop internacional.
En cambio, en las afueras del concierto, decenas de manifestantes intentaron sin éxito convencer a los asistentes de la perversión moral del evento.
“Madonna es anticristiana y queremos que todos los católicos se lo piensen bien antes de asistir a su concierto”, explicó uno de estos manifestantes, un anciano aferrado a una bandera vaticana que lamentó la fecha elegida por la cantante para actuar en Polonia, el 15 de agosto, el día de la Ascensión de la Virgen, una importante festividad católica y fiesta nacional en Polonia.
Al igual que en otras ciudades en las que la artista ha estado con su gira,
Madonna recordó al que definió como “el mayor artista que jamás ha visto el mundo”, Michael Jackson, quien fue homenajeado por un bailarín que imitó una de sus míticas coreografías.
Todo un espectáculo que ya ha recorrido media Europa dejando récord de público y buen sabor de boca entre sus seguidores, a pesar de que algunos se empeñen en alertar del peligro moral que supone asistir a los conciertos de la Diva del Pop.