Alfonso Reece D.
A lo mejor los molesto a veces con mis precisiones sobre semántica, pero me parece indispensable mantener vigilancia sobre el sentido de las palabras, porque si estas se devalúan, se pervierten, el lenguaje, el logos, la sede privilegiada del espíritu, se convierte en detrito. Así, por ejemplo, de un tiempo a esta parte se ha venido usando el término “corrupto” como sinónimo de detractor, con el sentido de “el que no piensa como yo” y eso, por supuesto, no significa.
Por eso merece aclararles que paisana aquí significa “campesina, que vive y trabaja en el campo” y no “militante del movimiento PAIS”. Esto porque quería contarles el caso de una paisana que era novia de un hombre bebedor que la golpeaba. La mujer no era tonta y era bachiller, pero igual se casó con él porque dijo que “ya casado se ha de componer, peor, después me he de quedar soltera”. En la misma noche de bodas el marido se emborrachó y la golpeó. Ustedes, es casi seguro, habrán conocido casos similares y de mujeres no tan paisanas.
Esa actitud “paisana” es asimilable a la asumida por el 99% de los propietarios, accionistas y gerentes de empresas de televisión y el 98% de los de radiodifusión, que observan un pasmoso silencio frente al vergonzoso intento de clausurar Teleamazonas. Piensan que se van a quedar solteros, que les quitarán la publicidad oficial, que los insultarán cada sábado y hasta les quitarán la frecuencia. Pero todo eso ocurrirá dentro de no mucho, por más desentendidos que se hagan, tal como le ocurrió a la joven de la historia: vendrá el marido y en su borrachera de poder pateará a los “paisanos”.
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En Edén, después de haber faltado a su palabra Adán se ocultó. Yahveh lo llamó: “Adán, ¿dónde estás?”. Los detractores de la Biblia encuentran infantil este “cuento” de Dios paseándose por el jardín, dando voces en busca de Adán. Pero no es así, todos nosotros pecadores hemos tenido vivencias parecidas, cuando luego de incumplir nuestros compromisos hemos querido escondernos de Dios. Y Él nos ha llamado dando grandes voces, no en el jardín, claro, sino en el interior de nuestra conciencia.
Pienso en esos directivos y propietarios de medios que han callado, a muchos los conozco y los sé buenas personas, incluso alguno merece el honroso título de empresario. El Espíritu les habrá hablado: “Adán (que quiere decir hombre), ¿dónde estás?”. Y ellos pretendían ocultar su vergüenza escondiendo la cabeza en tierra. A lo mejor les preguntó: “¿Dónde está tu hermano (tu prójimo, tu colega)?”, cainescamente habrán respondido: “Acaso soy su guardián”. A los tibios, a los neutrales, los vomitará Dios, así dice la Escritura.
En este momento por ética, sí, por ética no se puede callar. Aldous Huxley escribió en su Nueva visita a un mundo feliz: “Algunos de nosotros creemos que los seres humanos no pueden ser sin libertad completamente humanos y que, por tanto, la libertad es un valor supremo. Tal vez las fuerzas que amenazan actualmente la libertad son demasiado fuertes para enfrentarlas mucho tiempo. Sin embargo, tenemos el deber de hacer cuanto podamos para resistirlas”.