General Motors (GM) entró ayer en bancarrota, la más grande de la industria en la historia de EE.UU., pero con la intención de volver a salir a flote con ayuda del gobierno.
La decisión de suministrarle $ 30 mil millones adicionales en fondos estatales es una gran apuesta del gobierno de Barack Obama.
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El Mandatario dijo que el plan de quiebra aprobado por su gobierno para GM es un “plan viable, realista, que dará a esta empresa estadounidense emblemática la posibilidad de recuperarse”.
Este consiste en llevar un proceso de venta rápido que permitiría que una compañía mucho más pequeña nazca entre 60 y 90 días. Durante la quiebra, la firma será dividida en dos, la “nueva GM” y la “vieja GM”, que incluirá los activos que serían liquidados.
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La nueva empresa se creará para retomar los activos más rentables del grupo. EE.UU. aportará $ 30.100 millones y controlará el 60% de su capital. Canadá y la provincia de Ontario, donde GM posee muchas fábricas, pondrán $ 9.500 millones y tendrán el 12% del capital, del que planean deshacerse hacia el 2018. El fondo de gestión sindical encargado de financiar la cobertura médica de los jubilados manejará 17,5%. Otro 10% quedará en los tenedores de obligaciones, que el sábado aceptaron una oferta gubernamental. Los actuales accionistas perderán sus inversiones.
GM dijo que la venta debe ser rápida, dado que el Tesoro de EE.UU. ha dicho que solo avanzará con la operación si el esquema recibe aprobación judicial antes del 10 de julio.
El gran desafío de GM es crear una oferta de productos de precios razonables y eficientes en consumo de gasolinas.
“La gente se olvida de que los altos precios del petróleo fueron una de las causantes de esta recesión”, indicó Daniel Yergin, presidente de Cambridge Energy Research Associates.
Desde comienzos de año GM se ha mantenido con vida gracias a la financiación del gobierno estadounidense.
GM confirmó que cerrará catorce centros industriales de aquí al 2012, operación que tendrá lugar más rápido de lo previsto inicialmente.
Para el 2012, el grupo tendrá 33 fábricas en Estados Unidos, en vez de las 47 existentes en el 2008, informó un comunicado de la empresa. La firma pasará de contar con 62.000 obreros sindicalizados en el 2008 en EE.UU. a 38.000 en el 2011.
El objetivo es reducir el peso muerto del grupo para que pueda ser rentable con un mercado estadounidense de 10 millones de automóviles por año, mientras que perdía dinero con un mercado de 16 millones de unidades antes de comenzar su reestructuración.