Mucha gente suele confundir la diferencia entre influenciar e influir. Son verbos sinónimos, pero se usan en diferentes construcciones gramaticales. Hasta ese punto es casi perdonable un desliz que los incluya. Los detalles de la corrección idiomática de este punto pueden encontrarse en el más básico de los diccionarios de la lengua española. Pero que tras 1.600 afectados en el mundo y más de 20 casos confirmados en el Ecuador, la reportera de un importante canal local en el noticiario de la mañana se mande todo un parlamento bajo la confusión entre el verbo influir y la influenza, es bastante vergonzoso. Más aún cuando la mayoría de los noticiarios locales dedican entre 10 y 15 minutos de sus transmisiones al tema preocupación de moda: el virus de la influenza AH1N1 y no a la “influencia porcina”. Ya que ha quedado completamente desvinculada la imagen de los pobres puerquitos con la responsabilidad de que estos influyan o no en el proceso gripal, generador de una aún controlada histeria colectiva mundial. Quede reiterado, entonces, que la importancia de conocer el significado de la terminología a usarse, no es poca. Más aún cuando el idioma es la principal herramienta de un oficio como el periodístico. Saber que influenza y gripe son palabras sinónimas y que decir “la influenza de gripe porcina” es más que redundar, no solo es necesario sino vital.