Leer “es un puntal en la construcción de los valores socialistas”, considera el Gobierno.

Por las calles del centro de Caracas, frente al edificio de la antigua Biblioteca Nacional, un vendedor ambulante pregona con su cántico cansado: “Lleeeeve Las venas abiertas... mire la nuuuuueva Ley del trabajo”.

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Un poco más abajo, un anciano que parece que echó raíces bajo la losa de mármol de las llamadas Torres del silencio duerme  al pie de una de ellas sobre libros desgastados que, presuntamente, trata de vender.

Tiene de todo, desde La cocina mediterránea hasta el Álgebra de Baldor.
Media cuadra más adelante, un joven que atiende un improvisado puesto de llamadas por teléfono celular parece que hizo negocio con el buhonero de la Biblioteca.

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Está embebido en la lectura de Las venas abiertas de América Latina, el trabajo del uruguayo Eduardo Galeano que se convirtió recientemente en un best seller, después de que el presidente Hugo Chávez se lo regalara a su par estadounidense, Barack Obama.

Ni La cocina..., ni el Álgebra, ni Las venas... forman parte de los 100 libros esenciales que el gobierno del presidente Hugo Chávez aspira a poner en manos del buhonero, el anciano, el centralista telefónico y millones de venezolanos, a través del llamado Plan Revolucionario de Lectura (PRL), lanzado en abril pasado.

Che, comandante del alba, El terrorismo de Estado en Colombia, Dictadura mediática en Venezuela, Cuarenta y cinco poemas, de Rubén Darío, Doña Bárbara y Manual práctico para las víctimas de la violencia intrafamiliar contra la mujer, son algunos de los cien títulos que forman la primera etapa de este plan.

Pero el proyecto es polémico. Escritores y otras figuras de la cultura nacional, como la ex directora de la Biblioteca Nacional, Virginia Urdaneta, o el ex presidente del Consejo de la Cultura, Óscar Zambrano, lo criticaron por considerar que intenta ponerle gríngolas (anteojeras) al pensamiento, a través de libros que se identifican con una sola ideología.

Hay una primera guía teórico-práctica para promotores del plan de lectura que indica que para el “proyecto revolucionario” es un “reto inaplazable” hacer de Venezuela un país de “lectores y lectoras”. ¿Cómo y de qué? Ahí está el detalle.

La unidad operativa del plan, a través de la cual se harán llegar los contenidos a las masas, es la escuadra. Se trata de grupos formados por un mínimo de diez personas, reunidas en torno a intereses literarios comunes. El Gobierno dará apoyo y les proveerá los libros.

Inicialmente, un grupo de “formadores estatales” saldrá a identificar promotores de lectura para liderar las escuadras. El PRL planea crear escuadras en “empresas de producción socialista, escuelas y liceos bolivarianos, bibliotecas públicas y otros espacios colectivos”.

El proyecto cuenta con que los grupos tendrán un efecto multiplicador, en tanto que de ellos surjan líderes que, a su vez, den origen a nuevos grupos.

Una vez que superan la etapa inicial de atracción y acercamiento, el Plan  prevé que las escuadras pasen por un proceso de evolución en cuatro etapas: Escuadra roja o de autobiografía, Escuadra verde o de resimbolización, Escuadra naranja o de pertenencia-pertinencia y Escuadra negra o de resistencia militante.

Para cada una de las etapas hay una lista de lecturas recomendadas, así como una serie de estrategias que incluyen lecturas dramatizadas, sugerencias de finales alternativos, análisis de proverbios y dichos, estudio de las leyes promulgadas en tiempos de Hugo Chávez y promoción de los valores de protección familiar y diversidad étnica y sexual.

Las escuadras también tendrán por tarea efectuar una lectura crítica de los periódicos. Otro fenómeno que se ha dado en Venezuela es que en una plaza del este de Caracas, un grupo de jóvenes instaló el pasado sábado unos quioscos para recibir donaciones de libros, con el objeto de sustituir algunos de los 60.000 títulos que pertenecían a las bibliotecas del céntrico estado Miranda y que fueron vendidos por kilo, como pulpa de papel, durante la gestión de un gobernador oficialista.

Libros infantiles, novelas clásicas de Rómulo Gallegos, de memoria histórica, etcétera, fue variada la selección que no se salvó de la trituradora, según reseñó hace algunas semanas la prensa nacional.

Es una de las noticias más polémicas en el ámbito cultural en lo que va de año, pero no es la única: coincide con informaciones de una sequía de libros importados, que tiene preocupado a un segmento importante de la intelectualidad nacional.

Apuntes
El material del plan de lectura de Venezuela saldrá de las editoriales del Estado. Las imprentas producirán 2’500.000 ejemplares, a razón de 25.000 copias de cada uno de los cien títulos.

En este 2009, las editoriales no recibieron dólares preferenciales para traer libros de afuera. Los pocos títulos se pagaron a elevados precios, inalcanzables para muchos.