El doctor Mark Stillman, director del Centro para Jaquecas y Dolor en la Clínica de Cleveland, tiene un tratamiento para personas con migrañas frecuentes: inyecta botox en la cabeza y el cuello.
El doctor Andrew Blitzer, director del Centro para Trastornos de la Voz y el Tragar en el Centro Hospitalario St. Lukes-Roosevelt en Manhattan, tiene un antídoto para los impedimentos del habla causados por problemas de las cuerdas vocales: inyecta botox en la laringe. El doctor Frederic Brandt, dermatólogo en Manhattan y Coral Gables, Florida, tiene un procedimiento nuevo para la piel grasosa y el enrojecimiento cutáneo. Adivinó: botox.
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En la última década, el botox se ha vuelto sinónimo de la erradicación de arrugas, una especie de símbolo taquigráfico para toda la empresa de la medicina cosmética.
Pero con la popularización de nuevos usos médicos, las aplicaciones terapéuticas de la medicina están destinadas a superar al tratamiento cosmético en ingresos y prominencia.
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En la búsqueda de descubrir el próximo uso médico exitoso del botox, los médicos lo han inyectado experimentalmente en músculos y glándulas de todo el cuerpo, haciendo de él la respuesta de la medicina a la cinta adhesiva.
Según publicaciones médicas recientes, los médicos lo han usado para tratar los problemas al masticar, los problemas al tragar, los espasmos musculares pélvicos, el babeo excesivo, la pérdida de cabello, las lesiones anales y el dolor por la pérdida de miembros.
“Lo vemos como una molécula que sigue ofreciendo dones. A medida que la entendemos más, nos da nuevas ideas de cómo usarla”, dice el doctor Mitchell F. Brin, neurólogo que es director científico para el botox en Allergan, el fabricante de la medicina.
Pero a algunos activistas de la salud les preocupa que los médicos estén adoptando ampliamente usos nuevos para el botox antes de que estudios clínicos rigurosos hayan establecido dosis seguras y efectivas para los nuevos tratamientos.
La Agencia de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) manifestó este mes que esas medicinas deben portar etiquetas de advertencia que expliquen que el material tiene el potencial de propagarse del sitio de la inyección a partes distantes del cuerpo, con el riesgo de dificultades serias, como por ejemplo problemas para tragar o respirar.
El botox es una forma purificada de la toxina botulínica, un tóxico nervioso producido por la bacteria que causa el botulismo, una enfermedad que paraliza los músculos y puede ser fatal.
Las inyecciones de botox actúan como dardos envenenados minúsculos que temporalmente bloquean las señales nerviosas químicas a ciertos músculos o glándulas, reduciendo su actividad.
La FDA ha aprobado el botox para tratar cuatro problemas: trastornos del músculo ocular, trastornos de los músculos del cuello, sudoración excesiva, y ese mortal delator de la edad: los surcos entre las cejas.
Pero Allergan, una compañía farmacéutica de especialidades de 14.500 millones de dólares, posee o ha solicitado patentes sobre más de 90 usos para la medicina.
Brin, de Allergan, dice que el botox tiene un largo historial de seguridad; respaldado por 30 años de investigación favorable, estudios en 11.000 personas en todo el mundo y 17 millones de tratamientos en Estados Unidos desde 1994.
El botox fue desarrollado en los años setenta por el doctor Alan Scott, un oftalmólogo en San Francisco que estaba buscando una cura para el estrabismo. Desarrolló la teoría de que dosis mínimas de un tóxico nervioso usado para debilidad de los músculos que jalan hacia dentro los ojos pudieran tratar la enfermedad, y experimentó con una variedad de agentes paralizantes. Scott llamó a la nueva medicina Oculinum.
En 1989, la FDA la aprobó para tratar el estrabismo y el tic nervioso en los párpados. Allergan compró Oculinum en 1991 rebautizándolo como botox.
En los próximos meses, la compañía espera la aprobación federal para comercializar la medicina para víctimas de apoplejías que sufran de tirantez o espasmos en los miembros.
A fines de este año, Allergan planea buscar aprobación para comercializar la medicina para combatir las migrañas crónicas. La compañía eventualmente planea buscar la aprobación de la FDA para comercializar el botox para el tratamiento de próstata agrandada benigna.
El botox está tan ampliamente adoptado en medicina y arraigado en la cultura popular que algunos médicos no consideran que los usos novedosos sean experimentos.
Cifras
1.300
millones de dólares de ventas mundiales tuvo el botox el año pasado, divididas más o menos igualmente entre usos cosméticos y médicos.
Los médicos han experimentado con dosis cada vez más altas. Como toda medicina, si se toma demasiado, puede tener efectos colaterales”.
David E.I. Pyott
Lo vemos (en relación al botox) como una molécula que sigue ofreciendo dones. A medida que la entendemos más, nos da nuevas ideas de cómo usarla”.
Mitchell F. Brin