El auge de la demanda de aceite de palma, usado tanto en el ámbito alimentario como para la elaboración de eco-combustibles, podría destruir en los próximos años una buena parte de la selva y la fauna de las islas indonesias de Sumatra y Borneo, un desastre natural que aceleraría el cambio climático.
Según publicación del diario británico "The Independent", 43 de las 100 marcas más populares del Reino Unido se sirven de este tipo de aceite para la elaboración de sus productos, que van desde la margarina a las barritas de chocolate, pasando por jabones y detergentes.
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La cifra es especialmente significativa si se tiene en cuenta que hace apenas cuatro años, la asociación ecologista "Friends of the Earth" ("Amigos de la Tierra") indicaba que este aceite -que suele aparecer etiquetado como aceite vegetal- sólo estaba presente en uno de cada diez productos consumidos por los británicos.
Sin embargo, a pesar de su extendido uso, tan sólo el 4 por ciento de la producción de aceite de palma cuenta con el certificado que acredita que ha sido elaborado de manera sostenible, sin implicar la destrucción de espacios naturales, según los datos de la Mesa para el Aceite de Palma Sostenible (RSPO).
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El presidente de este colectivo, que fomenta las buenas prácticas en el gremio, Jan Kees Vis, asegura que los productores no quieren pagar más por lo que consideran un "ingrediente oculto", cuya función, en muchos casos, no es más que dar consistencia a determinados alimentos.
"A las empresas no les sale rentable pagar más por obtener un aceite de palma sostenible", se lamenta.
Esta industria genera 38 millones de toneladas de aceite de palma al año, generando un volumen de negocio de 14.000 millones de libras (15.700 millones de euros), pero conlleva unos importantes efectos secundarios a nivel ecológico.
Afectación a la fauna
En las islas indonesias de Sumatra y Borneo, que aglutinan el 85 por ciento de la producción mundial de aceite de palma, la plantación de este cultivo podría acabar con su famosa población de orangutanes y tigres, además de disparar la emisión de gases de efecto invernadero.
La degradación y la quema de la selva indonesia provoca cada año la emisión de cerca de 1.800 millones de toneladas de gases contaminantes, un hecho que, para la organización ecologista Greenpeace, nunca podrá ser compensado con el biodiesel que se genere a partir del aceite de palma.
Y es que el archipiélago se ha convertido en los últimos años en el tercer mayor emisor de dióxido de carbono por detrás de China y EEUU.
Deforestación
Además, Indonesia también ha padecido la mayor tasa de deforestación del mundo entre 2000 y 2006 , con una pérdida de 1,1 millones de hectáreas de bosque al año, el equivalente a la destrucción de 125 campos de fútbol a la hora.
Para algunos, esta situación podría terminarse en el momento en que el Gobierno indonesio adoptara una actitud menos complaciente con las compañías que operan en su territorio.
Con una demanda que cada año crece entre un 6 y un 10 por ciento -procedente sobre todo de países como China, India, Pakistán y la Unión Europea-, Naciones Unidas advierte de que Indonesia podría perder el 98 por ciento de su superficie boscosa antes de 2020.