En estos días no existe mayor diferencia entre transitar el puente Carlos Pérez Perasso y ver televisión. Y es que la misma basura visual que nubla nuestra visibilidad al momento de manejar nos invade a la hora de disfrutar nuestros programas favoritos. Como en cualquier época de elección, la propaganda política se propaga como un virus sin contención, no solo en distintos medios de comunicación sino también en la vía pública.

En la actualidad, gracias en parte al pautaje del Consejo Nacional Electoral, el televidente se encuentra en la mitad de este chiste propagandista donde las mentiras del futuro se ven expuestas entre listas, candidatos y guiones mal elaborados.

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Pero las propagandas que vemos en la actualidad terminan pareciéndose a un simple comercial, con colores llamativos y promesas infladas de productos genéricos presentados en mejor empaque. Las propagandas presentadas para este proceso electoral se asemejan más a aquellos infomerciales de esos fantásticos productos e inventos ofertados en ‘Novedades TV’, transmitidos por canales de UHF, con una producción sin presupuesto que intenta demostrar las virtudes de productos hechos a base de noni que prometen alargar el tamaño del miembro viril.

Con esta promoción electoral, los ciudadanos terminarán efectuando su compra al producto que ofrezca los mejores beneficios y que demuestre sus fortalezas en televisión. El voto se convierte en una tarea no tan diferente a la de elegir un detergente.