Recordamos pocos años atrás que una joven murió en un parque de juegos al norte de Guayaquil, cuando se lanzó al vacío sin el arnés protector correspondiente. Luego, cuando se vino abajo una de las sillas de una rueda moscovita al sur y falleció uno de sus operadores. En ambas situaciones, por no mencionar más ejemplos, los ciudadanos se preguntaron cuál era la institución que debería cuidar que estas cosas no ocurran, pero se escuchó solo el silencio como respuesta, hasta ahora, cuando la historia vuelve a repetirse.
Si hubo descuido del empresario que administra el parque acuático de Salinas, merecerá un enérgico castigo; pero eso no exime de irresponsabilidad culposa a las autoridades nacionales y locales, que siguen dándole la espalda a esta amenaza contra nuestra juventud.