La mayoría de los menores afectados por la radiación emanada padecen cáncer y malformaciones congénitas, alopecia y vitiligo, indicó el doctor Julio Medina, director del programa de colaboración médica que conmemoró 19 años de existir.

Tras producirse en abril de 1986 la fuga en la planta nuclear ucraniana que generó una nube tóxica y radiactiva, las entonces autoridades soviéticas pidieron ayuda al mundo para atender a las víctimas, dijo Medina.

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A lo largo de estos años se atendieron 24.023 pacientes. Se hicieron incluso varios transplantes de médula y riñón, operaciones para corregir malformaciones cardíacas y ortopédicas. Actualmente se tratan todavía a entre 700 y 800 niños anualmente.

Muchos de los actuales pacientes ni siquiera habían nacido cuando se produjo el accidente, pero los principales contaminante son el cesio-137 -con una vida activa de 25 años- y el yodo-131, que afecta a las tiroides.

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"Nosotros no damos lo que nos sobra, sino que compartimos lo que tenemos. No brindamos lujos", comentó durante una conferencia de prensa Medina.

Las autoridades no revelan cuánto cuesta el programa, pues aducen que es una ayuda solidaria y humanista.

Inicialmente llegaron a recibir atención médica en Cuba niños de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, pero solo esta última nación lo siguió enviándolos después de que se desintegró la Unión Soviética.

"Es una preocupación de todos nosotros de que Chernobyl sea olvidado debido a los problemas actuales y a la crisis", manifestó Mediana.  Chernobyl es un problema que no está solucionado, dijo.

Atención cubana gratuita
Actualmente Ucrania paga el transporte de los pacientes y sus acompañantes -a través de un fondo estatal- y el gobierno de Cuba los atiende de manera gratuita, haciéndoles un chequeo general, tratando sus dolencias, les proporciona alojamiento, alimentación y una escuela.

La villa de Tarará, en las afueras de la capital y rodeada de mar fue acondicionada para recibirlos.

"Esta última vez llevo cinco meses aquí y no quiero irme, me hace bien estar aquí", dijo el joven Denis Sabelin, de 14 años, quien nació con una malformación en los huesos por la cual mantiene en Cuba un tratamiento desde que tenía un año y desde entonces va a su país y vuelve a la isla cada cierto tiempo.