La joyera Verónica Reyes ha hecho posible que los chilenos luzcan trocitos de cielo con sus diseños en orfebrería a partir de meteoritos que ella  recolecta en el desierto de Atacama, en el norte del país.

Los anillos, collares y pendientes se venden acompañados de un certificado de autenticidad de los meteoritos procedente de la Universidad de Chile, donde el profesor Carlos Roeschmann acredita su validez, aseguró la diseñadora.

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Cada día caen meteoritos a la Tierra como consecuencia de colisiones entre asteroides que dejan atrás rocas de pocos metros de diámetro que en unas decenas de millones de años llegan a las puertas de nuestro planeta, difíciles de atravesar.

Para conseguir estos pedazos de asteroide, Reyes viaja con un grupo de colaboradores al norte de su país, en uno de los ambientes más áridos del mundo, donde se instalan por unos días aprovisionados de comida y gasolina, y protegidos del viento detrás de algún cerro.

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“Trabajamos desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde, hacemos una elipse de dispersión y nos movemos con tecnología GPS para poder localizar los parámetros en los que se encuentran los meteoritos”, explicó Reyes.

En el caso de encontrar un tipo de meteorito nuevo, hace falta enviar la pieza a la NASA, donde Mike Solensky u otros investigadores determinan su procedencia y composición físico-química. Reyes empezó buscando meteoritos para investigaciones científicas con la NASA, hasta que un día decidió aprovechar una de las rocas estelares para diseñarse un colgante, que rápido se convirtió en la envidia de sus amigas.