¿Sabía usted que la miel de abeja no debe ser consumida por niños menores de 12 meses de edad, en el afán de prevenir algunas enfermedades? Así lo indican autoridades gubernamentales de todo el  mundo, médicos y nutricionistas, al tocar temas de prevención y salud infantil.

Resulta que la miel, aunque es un alimento muy sano y seguro para el consumo de adultos y niños, podría ocasionar ciertos riesgos si se lo ofrece a infantes menores de un año.

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La miel, como usted ya sabe, es el producto de la abeja que captura el néctar de las flores. Las abejas, luego de extraer el néctar, almacenan este brebaje en unas bolsas de sus cuerpos denominadas “buches”, y lo llevan hasta el panal donde lo almacenan en celdillas.

Una vez que las celdillas están llenas, las abejas tapan la celda y el alimento que queda atrapado pasa por ciertos procesos de deshidratación hasta que se obtiene el producto final.

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Una vez llegado a este punto, el apicultor toma los panales, los limpia de impurezas y procede a la extracción de la miel. Sin embargo, la miel nunca pasa por un proceso de eliminación de bacterias.

No hay tal cosa como “hervir” la miel o filtrarla. Esta se vende pura tal cual se extrae (con la excepción de ciertos países que la pasteurizan) y en ocasiones puede contener bacterias que resultan inofensivas para el adulto.
 
Sin embargo, los infantes menores de 12 meses no poseen todavía en su intestino la flora intestinal adecuada para combatir la toxina de las bacterias de la miel, y su consumo podría resultar en una intoxicación poco agradable para el niño. Por eso, tenga cuidado con los remedios de abuela que contengan miel o con otros alimentos que puedan poseerla en su preparación, si su hijo todavía no cumple el año de edad.