En el negocio de Ivonne Acosta, situado en la Bahía de Guayaquil, el panorama es desalentador. Pocas personas ingresan al sitio a preguntar por algún electrodoméstico, pero al final la compra no se concreta.
Relata que en febrero la situación estuvo igual. Por ello, según sus cuentas, las ventas se redujeron en al menos el 30% y difícilmente ha podido rotar la mercadería con la periodicidad habitual.
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En sus perchas permanecen televisores de pantalla plana, cámaras digitales, equipos de sonido, lavadoras y otros artículos adquiridos a sus proveedores antes de enero.
Las restricciones que impuso el Gobierno a las importaciones de ciertos bienes, con aranceles y cupos, y que tuvieron como efecto un alza de precios en los electrodomésticos desde el mes pasado, es una de las causas, a su criterio. “Los que sí he vendido son reproductores de DVD y bicicletas, pero generan poca utilidad”, comenta preocupada.
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En otros locales de línea blanca, ropa, accesorios de vestir, zapatos y artículos para el hogar, la situación es similar. Comerciantes señalan que las ventas tuvieron un descenso y lo atribuyen también al temor de la clientela en endeudarse.
Andrea Astudillo, administradora (e) de Victoria Secret Bath & Body, indicó que cada mes se renovaba la mercadería, pero hace tres ya no la traen desde EE.UU. Aquí se expenden cremas corporales, bisuterías, champús y perfumes de esa marca. Las cosas han cambiado. “Si antes vendíamos tres docenas al mes, hoy es la mitad de una”, comenta.
La percepción a nivel empresarial en cuanto a las ventas refleja la misma tendencia. En la encuesta mensual que realiza la firma Deloitte, el 55% de empresarios consultados dijo que en febrero del 2009 sus ventas fueron menores que en enero.
Francisco Egas, administrador (e) de Shoes Alvarito, a su vez, destaca otro aspecto que limita la renovación de su mercadería, y que se suma al arancel de $ 10 por unidad que se fijó para el calzado y que encareció el producto importado: una norma de calidad que dificulta el ingreso de los bienes.
Shoes Alvarito trae zapatos de las marcas Reebok, Nike, Land Rover, entre otras, desde Panamá, pero enfrenta trabas por la norma que exige una tiqueta con el nombre del fabricante o el importador de zapatos, textiles y carteras.
“Ya sentimos la falta de modelos y tallas, y en marzo y abril que viene la temporada escolar y como sube la demanda, vamos a estar desabastecidos”.
Solo en esta tienda, del centro de la urbe, tenían salida unos 3.000 pares al mes, pero ahora son 1.800. Para mantener su stock actual se optó por frenar las ventas al por mayor.
Contrario a este escenario, en otras actividades hay expectativa de que mejore el comercio. En Fashion Monett, sus gerentes Roberto y Jorge Kury, creen que la venta de telas (su negocio) tendrá un repunte, ya que los aranceles impuestos a textiles no afectan a esas partidas, sino a la ropa terminada. “Las telas no han subido de precio. Habrá gente que preferirá ir a una costurera a comprarse ciertas prendas”, comentan.