La espesa vegetación, el terreno irregular y la afluencia de los ríos son los elementos adecuados para que Esmeraldas sea escogida como centro de acopio, lugar de tránsito de la droga y para el contrabando de combustible y armas.
Esas son las conclusiones de la Policía y la Marina, luego de algunos operativos realizados en la frontera con Colombia.
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La Marina hace patrullajes fluviales y terrestres en los sectores la Bocana de Río Mataje y La Tola. Mientras que la Policía tiene cuatro comandos sectoriales: Rioverde y Esmeraldas; Atacames y Muisne; Quinindé y La Concordia; y San Lorenzo y Eloy Alfaro, para operativos.
Para el jefe del Comando Provincial, Gonzalo Suasnavas, los lugares que se utilizan para el transporte ilegal de la droga son Rioverde, La Tola, Montalvo, Borbón, Lagarto y Las Peñas.
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Las operaciones son “permanentes, diarias y aleatorias”, asegura el comandante de la Marina en San Lorenzo, Fernando Recalde.
Los operativos se realizan para determinar redes internacionales de narcotráfico, indicios de guerrilla, contrabando de combustible, control de armas y de documentación, por ser una zona de paso entre colombianos y ecuatorianos.
El contrabando de combustible se da por la demanda que existe en Colombia. “La gasolina se utiliza en los laboratorios de droga para el refinamiento de la coca. De Ecuador sale más barata que comprarla allá”, comenta Recalde, quien tiene a su mando 500 personas en el batallón de Infantes de Marina Nº 11 del cantón San Lorenzo (Esmeraldas).
Por ejemplo, en Palma Real, en la parroquia fronteriza Ancón de Sardinas, la presencia militar era nula. Desde hace dos meses se instaló un destacamento con quince infantes de Marina, quienes patrullan la zona; el lugar sigue siendo peligroso por la influencia de narcotraficantes y guerrilleros.
Frente a Palma Real, a diez minutos, se encuentra ubicada Candelilla de la Mar (Colombia) dominada por grupos irregulares. Allí no hay presencia militar, confirman los habitantes ecuatorianos.
Después de un recorrido de 30 minutos en lancha desde San Lorenzo se desembarca en un muelle, donde se observa una bandera ecuatoriana y militares que custodian la entrada de la comunidad. “Aquí no se puede hablar. Hay amenazas del otro lado (Colombia)”, dice uno de los 1.200 habitantes, quien prefiere el anonimato.
En noviembre del año pasado, en el sector del Cauchal –cerca de esta zona–, los marinos incautaron cerca de cinco toneladas de clorhidrato de cocaína. Algunos paquetes fueron encontrados enterrados y otros estaban en la orilla del mar, “listos para ser transportados”, comenta el capitán de corbeta Diego Rubio.
Desde hace seis meses el poblado permanece a oscuras. Los habitantes han solicitado al Gobierno se los integre al Sistema nacional interconectado. Este pedido ya lo hicieron en el 2007, pero no ha sido resuelto.