Barcelona perdió de visitante (2-1 ante Espoli, en la fecha pasada). Emelec no pudo jugar de local ante Deportivo Cuenca, pero nos salvó la TV y en primera fila, y tal como aconsejamos con papel y lápiz, no pudimos terminar la hoja porque fueron tantos los malos pases en el juego entre policías y canarios que fue insuficiente el encolumnado. 

Benito Floro, el todavía flamante DT torero, en una de sus frases dijo textualmente “falta de confianza” en sus jugadores al reconocer la poca efectividad y la pérdida del balón.

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La falta de confianza en sus jugadores significa que se están probando nuevos elementos. El jugador sin confianza es aquel que tiene poca experiencia y mientras se sigan alineando los sin experiencia tendrán menos confianza. Clarísimo.

También dijo: “No podemos decir que hemos mejorado porque el resultado fue adverso”. Exacto. Pero siguió diciendo: “Nos hemos estancado un poquito”. Inexacto. Decir que un equipo se estanca al inicio de un torneo (tres fechas) es afirmar un retroceso y no un estancamiento. Podemos concluir que al tercer juego se jugó peor.

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Floro siguió con sus conceptos: “Nuestras fallas en la entrega del balón en el primer tiempo. Contabilicé como diez que hemos tirado afuera o las hemos perdido”.

Aquí hay que separar dos criterios: el uno, se entrega mal (fueron más de diez), por supuesto; el otro, “las hemos perdido” no es lo mismo que cuando se las quitan. Cuando las pierde uno mismo es de uno el error; cuando les quitan los balones, es acción de otros.

“Eso –sigue el español– nos dificulta dominar el encuentro como queremos”. Exacto, señor director técnico. Luego continúa en su exposición didáctica: “La seguridad en el pase no se consigue de la noche a la mañana”. De acuerdo, entonces ¿por qué no ir poniendo de a poco a jugadores sin mucha experiencia? Luego sigue elucubrando sobre “jugadores jóvenes que tienen calidad y hay jugadores intermedios de edad (¿?) que tienen calidad, pero fallan en la entrega y puede ser algo de falta de confianza, falta de seguridad, que trataremos de ir incrementando en este periodo” (¿?) (Los signos de interrogación son míos).

Luego, cuando analiza la jugada del segundo gol de Espoli en el último minuto, concluye: “Creo que esa jugada no tiene por qué definir la actitud del partido ni es el motivo de la derrota”. ¿Cómo? ¿Qué estoy leyendo? Esa jugada, precisamente esa, define el partido y es el motivo de la derrota torera. Ahora bien, dentro del contexto de la oración, Floro incluye “no tiene por qué definir la actitud del partido”.

Eso es otra cosa. Es decir, los deseos, motivación, ganas, son actitudes, pero solamente con eso no se ganan partidos sino, como en este caso, se pierden, porque falta el complemento técnico que el propio Floro señala en la misma declaración. 

Pero el mismo entrenador español es terminante cuando concluye la entrevista. Había percibido “una mejoría en el equipo, ya se plantó bien, ya se mueve mejor, pero todo eso queda un poco difuminado cuando no sacamos provecho a esos movimientos por tantísima mala entrega del balón”.

Gracias. Sin querer queriendo, dijo alguien por ahí, nos da la razón cuando venimos insistiendo en los pases buenos que un jugador tiene la obligación de dar y que mirando un poco en el corral ajeno nos dio una pequeña lección ese gran centrocampista imbabureño Santiago Morales. Él, que ha deambulado en varios equipos y al que le hemos seguido la pista por su buen jugar, debería estar jugando en Barcelona o Emelec para que alguien pase bien la pelota en esos equipos.
Para terminar, me encontré con Fernando Flores Gallardo un amigo que estudió en Monterrey, México, y que por circunstancias se hizo hincha pasajero del equipo rayado (por su uniforme). Él coincidió en México cuando Benito Floro dirigía al Monterrey.

Me decía Fernando que Floro al terminar año y medio no hizo mejorar al equipo en ningún aspecto. Que al finalizar cada encuentro hacía incongruentes declaraciones e interactuaba con los periodistas, pero el equipo no funcionaba.

Entonces recordé a Sócrates, el filósofo griego que dialogaba con la gente para buscar la verdad. Pero Benito Floro no es Sócrates, pero sí podría ser un sofista, o sea aquellos que dialogan con conceptos falsos con apariencia de verdad.

Después de Floro llegó al Monterrey Daniel Passarella, y fue campeón. Punto.