El ecuatoriano Edgar Belfort llegó a Barcelona hace casi nueve años, cuando tenía 21, y sus problemas de adaptación a una sociedad totalmente distinta a la que conocía parecían condenarle a buscar refugio en alguna de las pandillas latinas de esta ciudad española.

Además, su tendencia a ir por su cuenta lo alejó de esos entornos y lo llevó a adoptar el apodo de Llanero, en alusión al personaje del “Llanero Solitario”, nombre que ahora usa para identificarse como MC (maestro de ceremonias) en su faceta de presidente de la asociación cultural Unidos por el flow.

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Esta agrupación reúne a una treintena de jóvenes que forman parte de los Ñetas y Latin Kings, grupos que en la región española de Cataluña se han desvinculado de la violencia y trabajan en proyectos musicales, de teatro y de formación artística, gracias a su legalización desde el año 2005 en el territorio catalán.

Los miembros de Unidos por el flow acaban de publicar un libro, en el que relatan sus experiencias y los retos que afrontaron al pasar de pertenecer a pandillas ilegales a convertirse en integrantes de asociaciones que son reconocidas institucionalmente.

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Edgar Belfort destaca lo positivo de esta iniciativa, que a él mismo le ha permitido alejarse del alcohol y de las drogas y que sirve para ayudar a reorientar e incluso salvar las vidas de jóvenes pandilleros.

Para Belfort, Unidos por el flow lo ha cambiado. Antes consumía mucho alcohol, consumía drogas. Hoy ya no las consume, y ese es el ejemplo que quiere dar a los jóvenes de todo el mundo.

Lo que quiere la organización es tener más medios de entretenimiento, más locales. Quiere más trabajo para tener ocupados a sus integrantes.

Sobre la posibilidad de volver en algún momento a su país natal, Belfort comenta que uno no sabe nunca lo que le va a pasar el día de mañana.

“Vivo el día a día. Tengo más ganas de quedarme que de irme, porque mi chica es de aquí, es española, y está embarazada”, acota.