La cuarta Trienal de la galería Tate, de Londres, apuesta por un arte que traspasa fronteras, tiempos y tradiciones y que su comisario, Nicolas Bourriaud, ha bautizado como la “altermodernidad”.

Bajo ese concepto, que alude claramente a lo que los franceses llaman “altermundialismo” (la “otra globalización”), Bourriaud ha reunido hasta el 26 de abril la obra de diecisiete artistas contemporáneos de distintos continentes que trabajan en diferentes medios.

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Si en el posmodernismo, los artistas fundamentaban sus obras en las tradiciones locales “hasta el punto de que los orígenes eran lo más importante”, en la altermodernidad “el punto de partida es la globalización”, explica Bourriaud.

Un claro ejemplo, señala, es el artista camerunés Pascale Marthine Tayou, que trabaja en Bélgica y en su país natal, y que crea artefactos arqueológicos hechos con plástico, silicona y otros materiales efímeros que combinan la arqueología con la ciencia ficción.

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“Altermoderno sugiere una multitud de posibilidades, de alternativas, indica que el periodo histórico definido como posmodernismo está tocando a su fin”, afirma el comisario, que ve ese proceso simbolizado en la  crisis económica.

Sin duda la obra más espectacular por sus enormes dimensiones y los materiales utilizados es la del indio Subodh Gupta, titulada  Línea de control,  una especie de árbol gigantesco hecho de cientos de utensilios de cocina de acero inoxidable.

Pese a que hay un elemento típicamente indio en su obra, la manera de trabajar es “una mezcla de diferentes tradiciones”, dice  Bourriaud, que comisarió el año pasado una exposición en Murcia sobre el gesto arqueológico en el arte contemporáneo.

Si el modernismo del siglo XX fue por encima de todo un fenómeno cultural, la altermodernidad es “fruto de negociaciones entre agentes de distintas culturas y puntos geográficos”, está desprovisto de un centro y solo puede ser por tanto políglota.

A pesar de que las obras expuestas en la Tate Britain van acompañadas de un aparato teórico en la guía que la acompaña, Bourriaud afirma que lo importante para él es el “impacto visual” que producen en el espectador el diálogo que este puede establecer con ellas.

Todos los artistas seleccionados han establecido “un nuevo tipo de relación con el pasado”, como si fueran exploradores de un continente nuevo, explica el comisario de la trienal que se realiza desde el lunes.