Siempre he dicho que la palabra pronunciada o escrita tiene un poder de dimensiones incalculables. Hace mucho tiempo conversaba con un buen amigo sobre el alcance del SÍ-NO.

Decir SÍ te acerca a una opción, pero te desliga de otra, lo mismo pasa con el monosílabo contrario. Más allá del negativismo del NO, la realidad es que te pasa lo mismo que con el SÍ: te acerca a algo y te aleja de algo. Mejor expuesto que en la piel de Jim Carrey, imposible. La versatilidad que posee  este actor para mostrar facetas dramáticas mezcladas con gesticulaciones graciosamente extraordinarias se exponen con gran acierto en Sí, señor, una comedia de enredos, de gags reiterativos, sencilla, ligera y bastante predecible, pero ojo, tampoco es una comedia descerebrada, sin ton ni son.

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Es una película entretenida que, sin lugar a dudas, no se contará entre los mejores trabajos de Carrey, pero goza de buenos momentos en  los que su histrionismo descubre la filosofía tras la historia, pero también otros en los que desafortunadamente el actor, a quien el peso de los años se le empieza a notar, recae innecesariamente en sus típicas exageraciones.

Carrey es la película, y el argumento daba para más. Hay un pequeño homenaje a Harry Potter debido a que el productor de esta cinta, David Heyman, es también el que está detrás de la saga del joven mago. Los intertextos en la cinta  son quizá el  punto  más destacable y favorecedor para el guión. Una escena memorable: la alusión sexual con una coqueta octogenaria. Una virtud: los gags (golpe cómico) y el unipersonal de Carrey.
 Un pecado: querer hacer creer que ¿un individuo cambia el mundo? En fin, Sí, señor es una adaptación simple para un problema complejo, ¿estamos aprovechando al máximo nuestra vida?... a veces me gusta pensar que SÍ.

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Sí, señor
DIRECTOR: Peyton Reed
ORIGEN: Estados Unidos
INTÉRPRETES: Jim Carrey, Zooey Deschanel, John Michael Higgins.