Al ofrecerles palabras de aliento o proveer información sobre recursos disponibles, soy de valiosa  ayuda. Puedo ayudarlos en sus tareas físicas, diligencias y otros asuntos para que tranquilicen sus mentes y corazones.

Por supuesto, la ayuda más grande que puedo prestar es mi conexión fervorosa con la presencia de Dios, la esencia de toda vida y la fuente de todo bienestar. Al afirmar plenitud en oración, ayudo a todos a lograr pleno bienestar y libertad de mente, cuerpo y alma.

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–Salmo 54:4
“Dios es el que me ayuda; El Señor está con los que sostienen mi vida”.