Ya desde el año 1969 se distinguían por experimentar con efectos de sonido haciendo teatro con humor. Pero cuando Syd Barrett se autoeliminó de la banda, David Gilmour lo reemplazó en la guitarra con una sensibilidad más densa y menos ingeniosa.
Con Roger Walters, bajista tomando las riendas de compositor, la música adquirió un creciente pesimismo siniestro evidente en esta filmación de 1972 que muestra a la banda tocando en tres diversos escenarios.
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Esto es las Ruinas de Pompeya, con hermosos restos de la arquitectura griega del imperio romano y pinturas al fresco de incomparable belleza, así como en estudios de grabación de Londres y París.
Pero son las escenas del espacio sideral las que mejor se ajustan a la casi totalidad de la “música” identificable como efectos de sonidos y más para crear una “atmósfera” que un humor en particular. Con largos minutos “inertes”, de sonidos totalmente abstractos, la música de Pink Floyd es más efectiva como banda sonora que para un concierto.
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Live at Pompeii contrasta los desastres naturales causados por un volcán con escenas del espacio que parecen añorar la paz en el ambiente sideral.
Combinando lo abstracto con toques realistas y concretos de buen rock, incluso con saxo en Us and them y armónica en un blues pesado llamado Mademoiselle nods, la película muestra grabaciones previas al lanzamiento de Dark side of the moon, el más grande éxito de Pink Floyd en 1975.
Por último, Roger Waters, el más elocuente, admite ante la cámara que les asusta pensar que son prisioneros del equipo que les permite obtener los efectos especiales y espaciales. Esta película va más allá de la música. La exhibición es el viernes 27, en la Casa de la Cultura núcleo del Guayas, 19:00. Tiene un costo de $ 1 por persona.