Las dos ideas del momento parecen ser el interés por el video en los móviles (casi una tercera parte de las empresas invitadas) y el deseo de llevar al teléfono lo que tenemos en la web. La primera no tiene nada de nuevo (sobre todo si se compara con la oferta en Japón, Corea y China, entre otros). La segunda es algo más compleja. Parece no prestarle la suficiente atención a la especificidad del medio (un error clásico desde que la televisión quiso ser “una radio con imágenes”), pero también ofrece un terreno legítimo para librar una batalla esencial contra los operadores que quieren controlar el uso de las aplicaciones. Veamos.