Karl Marx dijo que la religión era el opio de los pueblos. El opio es una droga que atonta, adormece y dificulta la percepción de la realidad. Eduardo Galeano, el escritor uruguayo, hizo luego un paralelo de esta frase con el fútbol.
Pero nosotros también tenemos nuestro opio, los programas de farándula.
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En un medio con tan pocas figuras públicas, donde los animadores se pasan de un programa al siguiente, donde un jurado luego es concursante en el mismo programa… y lo gana, donde la que baila el “tica taca” después lee las noticias, es evidente que no hay mucho que decir, entonces no queda más que pelearse entre ellos, exagerar, provocar conflictos, o finalmente ver la nota de alguien al que se le cayó el celular al inodoro y no sabía cómo sacarlo (eso salió). Así, con tantos programas de este tipo al aire, la nada, lo tonto, tiende a volverse realidad y viceversa.
Si alguien quiere oxigenarse un poco, le sugiero el programa ‘La nueva belleza’, los domingos en la mañana por TVN. Conducido por Cristián Warnken, siguiendo la idea original del programa ‘La belleza de pensar’, entrevista a artistas, científicos y personajes interesantísimos.
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Este tipo de programas nos recuerda al entretenido ‘Show de los libros’, conducido por Antonio Skármeta, y nos hace pensar que en Latinoamérica también se puede hacer televisión para despertar.