Los programas educativos deben contemplar actividades que permitan a los alumnos adquirir conocimientos, un buen sentido crítico y una mejor capacidad para resolver los problemas.Si bien es cierto los sistemas educativos en occidente pueden estar más o menos adelantados en las distintas localidades, existen elementos comunes en un cierto número de conceptos fundamentales, sobre los que se construyen los planes y programas, que parten de las consideraciones sobre los niños o niñas y adolescentes de hoy: a) Durante los primeros años de escolaridad se considera que todas las actividades que se le proponen a los niños deben ser altamente motivadoras. Se incentiva a los maestros que conozcan mucho a sus alumnos, se exige que existan espacios múltiples con actividades semiestructuradas que promuevan la interacción y la acción para descubrir e incentivar las habilidades lingüísticas y cognitivas.b) El esquema tiende a cambiar casi de forma abrupta cuando el niño entra en la fase escolar. La enseñanza se vuelve demasiado rápida, formal y académica. No interesa mucho conocer al niño y sus intereses sino, en el mejor de los casos, su capacidad para adquirir los conocimientos. Hacia el final de la primaria, la enseñanza no difiere en su formato de la universitaria. Es este el momento donde un número importante de alumnos empiezan a fracasar en sus aprendizajes, o al menos, manifiestan poco interés en los contenidos que se les impone aprender. Durante la secundaria, muchos de los contenidos son versiones diluidas de aquellos que se encuentran en las aulas universitarias. Y si bien es cierto, los jóvenes pueden haber adquirido un número más amplio de conocimientos, su rendimiento general y el entusiasmo por el aprendizaje casi desaparecen en estos años. Se establece una dicotomía, en el quehacer educativo del joven: puede aburrirse en las clases y disfrutar de las interacciones sociales en los recreos. Muchas de las dificultades de conducta se presentan cuando los jóvenes quieren convertir sus clases en reunión social. De esta manera el sistema educativo no aprovecha de la mejor manera las habilidades e intereses de los jóvenes que, en buen número, pueden estar abiertos a nuevos descubrimientos, si se crean los espacios y las condiciones para que estos se produzcan. Así pueden desaprovecharse oportunidades únicas en la vida de los jóvenes. ¿Por qué?Porque se produce una desconexión importante entre los intereses y actividades habituales de los jóvenes y la forma, excesivamente formal de la transmisión del conocimiento. De pronto, la consideración de la realidad psíquica de los jóvenes ya no se la toma en cuenta para la planificación de la enseñanza y por ende, desaparece el nexo entre su vida cotidiana y el aprendizaje.En suma, se produce una distancia enorme entre lo que los alumnos pueden y tienen interés de aprender y lo que la institución escolar les presenta. Por esto, es necesario tener siempre en cuenta algunos principios básicos que los vamos a transformar en preguntas que debemos poder respondernos antes de preparar o presentar un contenido a los alumnos. Las interrogantes1) ¿Conocemos realmente el nivel de desarrollo de nuestros alumnos? ¿Sabemos cómo aprenden y qué les interesa?2) ¿Conocemos si el material que les presentamos es relevante para sus vidas o tiene relación con sus experiencias?3) ¿Están los alumnos en capacidad y cuentan con los medios para enlazar las propuestas académicas con sus experiencias cotidianas y hacerlo independiente?4) ¿Les transmitimos los suficientes elementos para que ellos puedan modificar o construir nuevos esquemas de conocimientos y experiencias?Si podemos respondernos positivamente nos daremos cuenta de que vamos a utilizar un tipo de enseñanza bastante diferente al habitual. Cabe preguntarse dónde reside la diferencia. Del alumno estudioso al ciudadano críticoSi la enseñanza tradicional hace énfasis en la acumulación de conocimientos. Lo que proponemos es que los programas educativos contemplen una serie de actividades y decisiones que permitan a los alumnos la adquisición de estos estudios, al mismo tiempo que desarrollan una mejor capacidad para la resolución de problemas y un sentido crítico que les permita innovar y plantearse nuevas alternativas de aprendizaje e intereses.Desde luego, cuando se proponen nuevas perspectivas para producir diferentes abordajes a la cuestión educativa nos vamos a encontrar con algunas dificultades a nivel de la preparación de los maestros: El desconocimiento de los principios que justifican una nueva definición de la educación y la falta de herramientas metodológicas que permitan resolver los problemas concretos de estas nuevas prácticas educativas.Por esto, antes de hacer propio un cambio de perspectiva en la forma de educar, debemos preguntarnos si hemos sido capaces de prepararnos para responder las cinco preguntas básicas que expuse en párrafos anteriores. Figura del maestroLas consecuencias en sostener un sistema educativo que no propicie a los alumnos en su capacidad de innovación, creación y espíritu crítico también contribuyen a que la figura del maestro se devalúe. Este no puede competir con la velocidad de la información que aparece en los medios cibernéticos, tampoco con el encanto que produce la multimedia. Pero en lo que no puede ser reemplazado es en su habilidad de crear espacios de contacto interhumano, donde la experiencia de aprendizaje en un contexto social es única e irrepetible. Sobre todo cuando toma en cuenta que hay una subjetividad en cada uno de los actores del proceso educativo (profesores y alumnos) que facilita o impide la participación activa en el aprendizaje. O existen niveles de desarrollo cognitivo en los que la subjetividad y las experiencias de aprendizaje se conjugan y permiten mayores o menores posibilidades en la flexibilización del pensamiento, entre otros. Fuente: Psicoanalista e integrante de la directiva del colegio Ágora.Telfs.: 287-0305 / 287-0189.