Nieto Gil fue, además, el primer novelista que tuvo Colombia, con tres obras también olvidadas. Apenas si es vagamente recordado como un prominente general liberal que participó en las guerras civiles del siglo XIX que siguieron a la independencia de España, cuyo proceso comenzó en 1810 y culminó, bajo la dirección militar de Simón Bolívar, con la victoria final del 7 de agosto de 1819 en la batalla de Boyacá.
Nieto fue redescubierto hace dos décadas, durante las investigaciones académicas de Orlando Fals Borda, un reconocido historiador y padre de la sociología moderna en Colombia, que murió el pasado 12 de agosto, a los 83 años de edad.
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Fals Borda ya había reconstruido la vida de Nieto Gil como parte de su obra Historia doble de la Costa, cuando descubrió en las mazmorras del Palacio Colonial de la Inquisición, de Cartagena, un retrato al óleo que se pudría entre escombros, papeles inservibles y muebles expuestos a la humedad.
El cuadro había sido pintado antes de que fuera presidente de Colombia, entre el 25 de enero y el 18 de julio de 1861, durante un vacío de poder entre los gobiernos del conservador Mariano Ospina Rodríguez y del general liberal Tomás Cipriano de Mosquera.
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Al mismo óleo le fue pintada después la banda presidencial cuando Nieto Gil asumió el cargo y, tras su muerte, el retrato fue enviado a París “para que fuera retocado a la manera de un mandatario francés; de retorno se colocó en los salones del Museo Histórico de Cartagena, hasta cuando fue retirado en 1974, luego de una restauración que no fue aprobada por los académicos de la ciudad”, cuenta Fals Borda en la biografía que escribió sobre el presidente olvidado.
Mientras estuvo expuesto, el retrato era presentado como el de un antiguo general costeño del siglo XIX. En París, en realidad, dijo el historiador antes de morir, “lo que se hizo fue ‘blanquear’ a Nieto”. Pero con la restauración de 1974 reapareció el hombre negro original, que en realidad se cree fue más bien un mulato caribe de los que, en todo caso, en Colombia son considerados negros.
La imagen reparada del prócer no fue del agrado de la academia ni de la élite cartagenera, tradicionalmente blanca, y fue a dar a las mazmorras del Palacio de la Inquisición.
El nombre de Nieto Gil nunca ha estado en los textos oficiales de historia de Colombia. Sobre el periodo que le correspondió, en las escuelas simplemente se enseña que fue ocupado por el final del gobierno del presiente Ospina Rodríguez y el comienzo del segundo de Mosquera. Tampoco consta en la galería de mandatarios en la propia Presidencia de la República.
Que Nieto Gil haya gobernado solo seis meses no parece suficiente para excluirlo. En la segunda mitad del siglo XX, por ejemplo, presidentes como Víctor Mosquera Cháux o Carlos Lemos Simonds figuran en la galería oficial, a pesar de que ninguno de los dos gobernó más de un mes y medio en Colombia.
Nieto Gil era, según Fals Borda, “fornido, de piel cetrina clara (trigueña oscura), ojos zarcos verdosos, nariz recta y amplia, labios finos, cejas arqueadas y cabello negro medio rizado”.