El director trajo a Guayaquil su filme más reciente, Cuando me toque a mí, que ya ha sido visto por 80.000 espectadores en el país.
A ocho meses de haberse estrenado en Quito, la cinta Cuando me toque a mí, del realizador ecuatoriano Víctor Arregui, desembarcó en Guayaquil. Se exhibe en los Supercines. En el país la han visto ya 80.000 personas y espera que el número crezca. Este director está convencido de que “es el público el que tiene que respaldar el cine nacional”. Señala que la taquilla permite pagar deudas. Como anécdota cuenta que hace recién tres semanas acabó de cancelar las deudas que contrajo para rodar su primer largometraje, Fuera de juego.
Cuando me toque a mí es su segunda película y se ha exhibido en festivales como el de Biarritz, Francia, donde el protagonista, Manuel Calisto, obtuvo el premio a la mejor interpretación masculina. Pero su idea no es convertirla en una cinta de festivales, sino, sobre todo, de salas.
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En Fuera de juego, el tema que manejaba era la migración. En Cuando me toque a mí, la muerte, la soledad. Y también está una crítica al país, a su idiosincrasia. En ese aspecto se conecta con su primer trabajo. ¿Se propuso esa conexión entre los dos filmes?
Uno va teniendo como una pequeña marca en las cosas que hace. En Cuando me toque a mí y Fuera de juego navego entre los lenguajes documental y ficción y están además los temas que me gusta tocar dentro de las historias, como el racismo, la impunidad, que son temas sociales. Yo creo que es como una responsabilidad contar cómo somos.
Las imágenes del final de la película Cuando me toque a mí, que son prestadas del lenguaje documental, y en las que aparece usted y parte del equipo técnico caminando por las calles, sirven para atenuar esa carga lúgubre que tiene el filme. ¿Fue esa su intención al ubicarlas?
Esa secuencia estaba en mi cabeza hace tiempo. Nadie piensa en la muerte hasta que no está cerca de nosotros, entonces la idea de esa secuencia es decirle a la gente: la muerte te puede pasar a ti y a ti, a mí y a todos.
En la novela De que nada se sabe, de Alfredo Noriega, en la cual se basa esta película, el médico, que es el protagonista de la historia, tenía una actitud distinta, menos amarga, quizá.
En la novela no es tan cínico, no tiene tanta carga de humor negro, como tiene acá. En Cuando me toque a mí tiene reflexiones más políticas. Es él quien sostiene la película. Hay historias cotidianas pero él es el centro, porque todas pasan a través de él. El personaje de Cáceres, que asesina a un hombre, en la novela se mata el primer día. Le dije a Alfredo: ¿por qué lo matas tan rápido, si este personaje es interesante? Yo lo dejo hasta el final.
Un niño es el único personaje en peligro de muerte que se salva de morir. Regresa a la vida después de haber estado muy enfermo. Es como una metáfora de la esperanza.
La idea era decir que la vida sigue, porque esta es una película sobre la vida, sobre cómo vive el taxista, la mujer del taxista, la abuela del niño, el médico, la mamá del médico. Son diferentes vidas las que ponemos ahí. Claro que al final terminan en la muerte, pero es una película que reflexiona sobre cómo vivimos y si somos coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.
Hay mucha soledad. La familia del médico y de su hermano homosexual es asfixiante.
La familia es asfixiante, a veces. Tienes muchas cosas aprendidas de lo que es la familia, y la familia de estos chicos es completamente diluida. El homosexual pide ayuda a su familia y al rato que aparece lo que llega es el silencio.
El médico -contrariamente a su hermano, cuya opción de vida es la homosexualidad- tiene una profunda incapacidad de amar. De modo que el amor o el desamor es otro de los temas del filme.
El médico está más muerto que vivo. Mejor se comunica con los muertos que con los vivos. Es un tipo frío. Y sí, la película toca el tema del amor: el amor de familia, el amor no correspondido. El amor de madre a hijo, de la abuela. El desamor. Y la soledad de los personajes. Decimos qué linda que es en el Ecuador la familia, pero creo que aquí hay espacios de soledad muy grandes y que estas comunicaciones con la familia no existen. Hay tanta incomunicación.
El pasillo Ángel de luz se escucha completo. Toma protagonismo. ¿Por qué lo insertó de esa forma en la cinta?
Ese pasillo me encanta y me encanta lo que dice. Pensé tiene que estar en algún lado de la película, actuado, no como música incidental, sino que sea protagonista.
El taxista que desaparece nunca aparece. Podría pensarse que es un cabo suelto en el filme. ¿Por qué optó por dejarlo así?
A veces queremos que en una película todo se arme y dije no. Hay una toma en la que él se va, se escapa. No hay disparos. Que cada cual se haga su historia. Capaz que se cansó de su mujer y se fue a España. Hay cuestiones abiertas. Queda abierta, por ejemplo, la vida del médico también.