El humo del cigarrillo inflama la pared interna de las arterias causando su endurecimiento, formación de coágulos y desarrollo de infartos cardiacos. Si es fumador, deténgase. No importa si consume un cigarrillo diario, lo cierto es que el humo que emite contiene más de cuatro mil sustancias tóxicas y al menos 60 cancerígenas que pueden causarle en unos años cáncer de pulmón o en poco tiempo una enfermedad cardiovascular.En el mundo cada año mueren 5 millones de personas por tabaquismo, según la Organización Mundial de la Salud, y se espera que para el 2020 se duplique el número. Lo grave es que el 70% de estas muertes lo aportarán los países en vías de desarrollo, como el nuestro. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en su informe del 2007 indica que en Ecuador ocurren 40 muertes diarias, una cada 35 minutos, por una enfermedad cardiovascular. Es decir, aquellas que involucran los vasos sanguíneos con el corazón, cerebro, piernas o riñones. Pero ¿qué tienen que ver esas muertes con el consumo de cigarrillo? Mucho, porque es el principal factor de riesgo para que sucedan, dice el cardiólogo Roberto Lecaro Pazmiño. La nicotina, uno de los principios activos más conocidos, actúa en el sistema nervioso central en siete segundos y tiene una vida media de una a dos horas en la sangre. “Esto provoca que las arterias se inflamen y que el corazón aumente la frecuencia cardiaca. Si una persona fuma un cigarrillo, tiene el 40% de riesgo de sufrir un infarto; si son de seis a diez, aumenta al 200%; y si son veinte, se eleva al 400%”, agrega. Igual peligro tienen los fumadores pasivos, es decir, aquellos que no fuman pero que inhalan humo ajeno. Ellos poseen el 30% más de probabilidades de sufrir alteraciones en las arterias que incrementan su riesgo cardiaco, según un informe del XVI Congreso Mundial de Cardiología, celebrado en mayo de este año, en Buenos Aires, Argentina. Daño al endotelioEl doctor Joaquín Barnoya, director de investigación de la Unidad de Cirugía Cardiovascular de Guatemala y profesor de la Universidad Washington en St. Louis, Estados Unidos, dice que solo bastan 30 minutos de exposición al humo del tabaco de segunda mano para que cause un daño directo al endotelio, que es la pared interna de todas las arterias, responsable de su dilatación y contracción. Barnoya agrega que el humo del cigarrillo contiene además metales pesados, como el benceno o la acroleína, que causan un daño oxidativo sobre el endotelio y la mitocondria, que es el órgano que permite la respiración a las células. Lecaro refiere que las arterias, para estar sanas, liberan de sus células endoteliales una sustancia llamada óxido nítrico, que permite que se dilaten, no se oxiden e inflamen, pero si es agredida por las sustancias tóxicas del cigarrillo, su función disminuye y empieza a destruirse. El cardiólogo Joffre Lara Terán asegura que cuando la barrera del endotelio no funciona bien, se meten en este unas células llamadas monocitos, que normalmente se encuentran en la sangre para defendernos contra las infecciones, provocando un fenómeno inflamatorio y acelerado llamado proceso ateroesclerótico. Es decir, el endurecimiento de las arterias. Adicionalmente, agrega, la nicotina hace que aumente la presión arterial dañando el interior de la pared de los vasos sanguíneos. Esto a su vez provoca la formación de placas de grasa que al romperse originan trombos (coágulos) y pueden causar un infarto cardiaco. Un estudio realizado por el Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep), en personas entre los 12 y 65 años, dice que el consumo de tabaco de los ecuatorianos se produce antes de los 14 años, pero es más frecuente entre los 15 y 19. “Eso significa que tendrán mayor tiempo de exposición y van a infartarse quince años más tarde”, indica Lecaro. Sobre todo quienes tienen elevados otros factores de riesgo como hipertensión arterial, colesterol malo (LDL), diabetes (azúcar en la sangre), obesidad abdominal, falta de ejercicios, estrés y una baja alimentación en frutas y vegetales, según el estudio Interheart, realizado en 52 países del mundo y Latinoamérica. Un factor prevenibleEl consumo de cigarrillo reduce las concentraciones en la sangre del buen colesterol, encargado de sacar de las arterias al LDL que se ha oxidado y se vuelve muy peligroso, para luego llevarlo al hígado y eliminarlo por la bilis. “Mientras más alto se tenga al buen colesterol (HDL), menos riesgo de infarto cardiaco vamos a tener”, asegura Lara. El neumólogo José Ulloa Correa, del departamento de Neumología del hospital Teodoro Maldonado Carbo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), dice que cuando las sustancias tóxicas del cigarrillo llegan al pulmón producen lesiones que a largo plazo disminuyen la capacidad de este órgano para proporcionar oxígeno al resto del organismo. Esto hace que el corazón trabaje más y se lesione. Incluso las pequeñas arterias del pulmón se estrechan. “Como consecuencia de la disminución de oxígeno se puede originar una angina de pecho (dolor), microinfartos cerebrales, disminución de la oxigenación de los miembros inferiores, lo cual podría producir isquemia (falta de circulación) y posteriormente infartos en las arterias de las piernas y miembros superiores, más aún en personas con sobrepeso, diabéticas e hipertensas”, dice el neurólogo Enrique Díaz Calderón. Según la neumóloga Rocio De Janon Quevedo, el tabaco produce también la liberación de catecolaminas de las glándulas suprarrenales, responsables de arritmias cardiacas graves y que pueden llevar a la muerte súbita en pacientes coronarios, ya que causa la reducción de la capacidad de la sangre para disolver sus propios coágulos y modificar su transporte con tendencia al aumento del colesterol sanguíneo. Incluso el ginecólogo Héctor Vera Vélez menciona que las mujeres fumadoras que consumen anticonceptivos orales aumentan el riesgo cardiovascular, ya que estos promueven la formación de coágulos o flebitis (inflamación de las venas), que a la larga producen embolias pulmonares o cerebrales; es decir, una obstrucción por coágulos en las arterias. De Janon y Ulloa refieren que la única forma de evitar un infarto cardiaco o un daño pulmonar, que es irreversible, es eliminar el mal hábito de fumar, que causa adicción, con un cambio de actitud de los consumidores, su familia, las instituciones educativas y la publicidad. Y aunque existen terapias para ayudar a los pacientes a no fumar con medicamentos, apoyo psicológico y parches que reemplazan a la nicotina, los efectos del cigarrillo permanecerán por un largo tiempo.