El  médico   y escritor ecuatoriano obtuvo el galardón en la categoría Actividades científicas. Ha publicado tres poemarios. 

El médico Eduardo Villacís Maythaler recibió la noticia de que había ganado el Premio Nacional  Eugenio Espejo, en la categoría Actividades científicas, gracias a la llamada de un paciente a su consulta médica. “Yo pensé que me habían aprobado la jubilación, pero era que me habían adjudicado el premio”, dice mientras levanta los ojos. Se queda callado y sonríe.

Quienes lo conocen saben que disfrutarán de su conversación, porque siempre tiene una respuesta ingeniosa para todo, una ironía, un chiste fino. Es cardiólogo y  poeta, lo que podría ser lo mismo, porque las dos materias se ocupan de la misma materia, el corazón.

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Como poeta ha publicado tres libros, y como cardiólogo e investigador ha realizado varios estudios, el más importante uno de 1968, en el que estudió los valores de trabajo del corazón y los pulmones en Quito, ya que esos órganos responden  de diferente manera en la altura, y todas las referencias con las que se laboraba  hasta ese tiempo eran para personas que vivían a nivel del mar.

Villacís trabajó  30 años en sondeo de corazón, es decir en diagnóstico, para tratar de  evitar que los pacientes se sometan a cirugías. Ha sido durante 20 años director del departamento de Cardiología del hospital Andrade Marín,  del IESS, en Quito.

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Dice que según las encuestas psicológicas vocacionales, debió estudiar ingeniería, pero al ser su padre, Manuel Villacís médico y decano de la Facultad de Medicina, se enamoró de esta carrera.

Aun así había un problema para seguir medicina: tenía asco de la sangre, de los fluidos, de los olores de hospital. Por eso eligió  cardiología, allí no hay malos olores y para estudiar hay que ser muy preciso con los números y  las leyes de presiones de flujos y resistencias. En la Universidad Central sacó el título de médico general en 1958 y fue a México a especializarse de cardiólogo.

En el Hospital del IESS es famosa su pasión por Liga de Quito. Su anécdota más recordada era que cuando pasaba a la sala de  preparación para las intervenciones  de corazón, les decía a los enfermos que levantaran la mano quienes fueran hinchas de Liga. Siempre alzaban dos o tres, el resto no. Entonces se dirigía a la enfermera: “Anóteles, señorita, son los únicos que se operan con anestesia”. Entonces los camisetazos eran justificables.

Quizás su faceta más fascinante es la de poeta. En 1953 publicó un libro en coautoría con Alfonso Barrera Valverde, titulado  Latitud unánime. Luego,  Dieta sin sol  (1981),  Documental sobre un conspirador (1994)  y una recopilación de sus mejores versos titulada Ajuar de cal (2006), en la que participó Eduardo Villacís Pástor, su hijo, con varias ilustraciones.

Su obra más conocida es Documental de un conspirador, que se basa en la figura de Eugenio Espejo. Villacís Maythaler dice que no fue difícil interiorizar el personaje, porque desde niño estuvo en contacto con sus historias, ya que al ser su padre médico del hospital San Juan de Dios pudo jugar en las mismas salas donde se supone que Espejo curaba a sus pacientes.

En conjunto, su poesía es un llamado a la crítica social. “Me gusta que le hayan dado el nombre de Espejo a este premio que gané. Porque él es el espejo en el que debemos reflejarnos si queremos ser auténticamente ecuatorianos”, acota  antes de salir de su oficina.

Perfil
Eduardo Villacís
EDAD
76 años.  Nació en Quito, el 3 de agosto de 1932.
ESTUDIOS
Medicina en la Universidad Central del Ecuador. Especializado en   el Instituto de Cardiología de México  y las universidades Nacional y Católica de Chile.
TRAYECTORIA
51 años de carrera profesional.