Es vital. Sonriente. Y con su gran   sonrisa y  esa voz tan española, la escritora de literatura infantil Montserrat del Amo, una de las invitadas de la Feria Internacional del Libro –vino por gestiones de Librería Vida Nueva y Diario EL UNIVERSO– cuenta que es la tercera vez que   visita    Guayaquil. Comenta que aquí se siente como en casa, por el sentido del humor de la gente, que es  muy parecido al madrileño. “En otro lado no me atrevo  a decir bromas, pero aquí mis bromas son muy bien acogidas”, señala esta autora, de 81 años, que tiene una extensa obra literaria  y que durante su estadía en la ciudad     dicta talleres para niños y  maestros.  Su reciente libro se titula  Cuentos contados.  Relata que este año se le ha hecho difícil escribir, por los  viajes y comparecencias públicas. En  noviembre pasado recibió en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México,  un premio por su trayectoria. A partir de ahí,  las invitaciones a   países no han cesado.
 
¿Qué importancia tiene para usted el humor? 
Yo creo que en la comunicación humana es absolutamente esencial  el humor.  Para comunicar bien, lo primero es que una no se dé importancia. Parece que hay gente que va a contar  a los otros lo importante  que es. Y   en segundo lugar, no hay que aburrir a la gente. Hacer las cosas   llamativas. Yo   lo procuro hacer y me da resultados. Mis dos secretos son el humor   y la  sorpresa.

¿Y esos elementos los utiliza siempre en la animación a la lectura y escritura para niños?
Lo que pasa es que se ve  más a primera vista en la comunicación oral. A la   escritura yo le doy más importancia. Me preocupa   mucho el estilo. Un libro escrito para niños debe también  enseñarles estilo literario. Hay algunos que dicen que el estilo literario los niños no son capaces de apreciarlo, que solo les interesa lo anecdótico, pero yo afirmo lo contrario.

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¿Cómo trabaja el estilo y, sobre todo, el lenguaje para los niños? ¿Cómo tiene la certeza de que ha dado con  el tono  adecuado?
Yo no condiciono mi literatura a eso. Eso  viene después. Cuando termino un libro solo  entonces me planteo: “Para lectores de qué edad  será asequible”.  Y esto en consulta con los editores, que les gusta poner en la cubierta: “de tal edad en adelante”. Eso lo discutimos, pero yo digo que muchos libros de literatura infantil que por el formato, por la presentación, parecen dirigidos a los niños y adolescentes,  no lo son en exclusiva, porque sobre todo los cuentos, que tienen carga de contenido simbólico, pueden gustar lo mismo a un lector de 5 años, que a uno de  mucha edad, porque cada uno interpreta  los símbolos conforme a su propia experiencia de vida.

¿Cómo escoge los temas para sus libros?
Procuro  vivir con interés cada momento de mi vida, porque no sé  cuándo  ni por qué ni cómo,   va a haber algo que me va a llamar la ateción. Para mí esa es la inspiración,  ese momento cuando a mí algo me parece lo más importante del mundo.  Ahí digo: “Voy a escribir sobre eso”. Al principio  no es nada más que una semilla diminuta que hay que plantar en tierra para que se convierta en flor o en árbol.  Ese es el tiempo más gozoso, ese tiempo en que la idea está creciendo en mi imaginación y después eso tengo que pasarlo en palabras.  No empiezo  a escribir hasta cuando la obra no está muy madura en mi imaginación. A medida que  voy avanzando en mi experiencia como autora,   tengo más sentido crítico  frente a mi propia obra.