Michelangelo Antonioni (1912-2007), el cronista de las angustias del hombre del siglo XX, es una vez más fiel a sí mismo en una obra algo dispersa. Identificación de una mujer, la película que el Festival Eurocine nos presenta hoy y mañana, es la última que heredamos en 1982 de este cineasta, antes de morir.
Encabezada por un director de cine, en crisis creativa, a causa de sus problemas afectivos, la trama enmarca el deseo del protagonista Tomas Milian (Niccolo) por encontrar a la mujer alrededor de la cual hará su próxima película. Una mujer que es como todas pero muy diferente a todas al mismo tiempo. Misión imposible para Milan, pero no para Antonioni, quien una vez más nos sienta frente a un visual estudio crítico acerca de la psicología femenina y las relaciones amorosas.
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Después de El misterio de Oberwald (1980), un criticado filme que experimentaba con el video y el color, el director plantea el tema de la incomunicabilidad de los sentimientos en esta cinta. Muy bien fotografiada por Carlo di Palma, con una magnífica secuencia en la niebla, aún se ve en la dirección la sabiduría de antaño, con cámara ágil y bien definida. Una narración brutalmente elíptica, como pocas veces.
No se recrea en la linealidad de los tiempos muertos como nos imaginaríamos en primera instancia, sino que la cinta supone una evolución estilística increscendo.
Los personajes exponen el problema, las resoluciones del/los conflictos son propios del espectador como son propios los orígenes de estos. Caminos ficcionales que bifurcan en otros y finalizan abruptamente, sin conocerse. El recurso de la elipsis: tan violento que no vemos los hechos significativos, sino que la película se construye a través de intersticios inconexos. Podría hablarse de un fallo de guión en esto pero se trata de un complejo ejercicio de estilo.
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La cinta es un ir y venir por calles, paisajes; es un viaje terrorífico en coche en mitad de una noche de niebla, una villa de campo vacía o una excursión a Venecia. Nada parece tener relación con nada. Estamos tan perdidos frente al relato como el protagonista frente a esas mujeres a las que no identifica: el Otro es un enigma insondable, nunca llegaremos a conocer a nadie. Y menos a quien amamos o creemos amar.
La película se desarticula en retazos, fragmentos espacio-temporales poco significativos pero que harán camino para edificar el filme que el protagonista, director de cine, parece intuir al final como próximo proyecto.