El comercio y la migración incidieron en la libertad con la que se edificó la ciudad en los 70.

La falta de políticas coherentes, la migración externa e interna y los grandes incendios que afectaron a Guayaquil construida a base de materiales perecibles como la madera, incidieron en el crecimiento desordenado de la ciudad entre los años 1920 y 1970, que guarda muy poco de la época colonial.

A esta conclusión han llegado historiadores y expertos urbanistas que han estudiado la evolución local. José Gómez Iturralde, director del Archivo Histórico, explica que la característica comercial de Guayaquil la convirtió tradicionalmente en un lugar de invasiones y migrantes.

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La ciudad creció en torno al malecón, de las calles Simón Bolívar, Panamá y Pichincha, también conocidas como la calle Real o del Comercio, en los años 20 y 30, cuando el tranvía o las carretas jaladas por mulas transportaban a los cerca de 50 mil habitantes de esa época.

Pero la falta de estas políticas de las administraciones municipales, según Ramiro Velasteguí, coordinador del proyecto de recuperación del barrio Las Peñas, permitieron que la ciudad creciera bajo el libre albedrío de los habitantes y visitantes de Guayaquil.

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Desde inicios del siglo XX el comercio del cacao y el boom petrolero de los años 70 intensificaron la migración; primero extranjera, de italianos, alemanes y franceses hacia el Puerto Principal; y luego la Reforma Agraria del gobierno de José María Velasco Ibarra que afectó al sector agricultor causó un efecto migratorio interno mayoritario hacia Guayaquil, considerada una de las mayores plazas de trabajo, según Gómez Iturralde.

Entonces las casas señoriales de madera, de enormes salas y patios pensadas para dos familias empezaron a ser ocupadas por tres y cuatro, lo que significó un acelerado deterioro en los ochenta, añade Velasteguí.

Por esta razón, de los años noventa para acá parte del malecón y sus alrededores acogieron a los vendedores informales en lo que se constituyó como la Bahía. Los edificios del malecón se usaban como bodegas de los comerciantes.

Pero esa ‘libertad’ dio pie a que se perdiera la simetría de los edificios, explica Alfredo Moreira, director del Instituto de Patrimonio Cultural.

En 1970, la migración interna, por la falta de servicios impulsó las invasiones y se levantaron casas a base de lo que conocían en el campo y se marcaron las distancias sociales, explica Gómez, lo que dio paso a los movimientos populistas.

En esto, coincide el arquitecto Florencio Compte, quien afirma en el libro  Guayaquil junto a la ría que la evolución urbana y arquitectónica está ligada con los procesos económicos y de estabilidad política.

De la época de la Colonia solo quedan algunas casas antiguas ubicadas desde la calle Aguirre hacia el sur, dice Gómez, pues ni las de Las Peñas son de esa época por los constantes incendios que sufrió ese barrio.