Es una enfermedad producida por el estreptococo beta hemolítico del grupo A. La falta de tratamiento provoca artritis y daño en las válvulas del corazón. Si un niño o adolescente tiene fiebre muy alta provocada por una infección de la garganta –faringoamigdalitis– por estreptococo beta hemolítico del grupo A, tenga mucho cuidado. Esta bacteria, si no es tratada a tiempo, es responsable de una enfermedad llamada fiebre reumática, que produce daño en las articulaciones, riñones y válvulas del corazón. El reumatólogo Mario Moreno Álvarez dice que el estreptococo beta hemolítico del grupo A infecta la garganta y como reacción el organismo produce anticuerpos para defenderse contra esta bacteria. Pero, lamentablemente, tienen un comportamiento cruzado; es decir, aunque nos defienden, también afectan los tejidos de las articulaciones o del corazón. Es importante saber que solo el 4% de las infecciones faríngeas es causada por el estreptococo beta hemolítico del grupo A y las restantes, en su gran mayoría, son de tipo viral. Moreno agrega que la fiebre reumática es más común entre los chicos de 5 a 15 años de edad, pero los adultos también pueden padecerla. Sobre todo ataca a quienes tienen más predisposición o tienen un sistema inmunitario débil. El pediatra Gilberto Rosero refiere que también se contagian los niños más pequeños con esta bacteria, siendo el cuadro más peligroso. Puede ingresar por vía oral (orofaríngea), inhalatoria o por la piel. Un simple estornudo o un beso que les dé alguien portador es suficiente para enfermarlos. Un neonato de 0 a 1 año infectado por este tipo de estreptococo deja de lactar, presenta mucha fiebre, se pone frío y pálido. Y más tarde podría sufrir una sepsis (infección generalizada) o una meningitis (inflamación de las membranas que recubren el cerebro). Mientras que en los niños de 1 o 2 años o más que están en el preescolar, la puerta de entrada de la bacteria es la piel. Ellos se rascan y la infectan, y las consecuencias futuras serán un problema de glomerulonefritis. Es un tipo de enfermedad renal que compromete a los glomérulos. Son estructuras importantes muy chicas que aportan sangre a las unidades pequeñas de los riñones que filtran la orina, denominadas nefrones. Al inflamarse los glomérulos se reduce la capacidad del riñón de filtrar la orina y se vuelve insuficiente.Pero en los niños entre 5 o 7 años en adelante el contagio es directo por vía oral al toser o beber de vasos contaminados y sus manifestaciones son distintas. Artritis y carditis Moreno asegura que el 80% de los niños con fiebre reumática aguda presenta artritis, una enfermedad que provoca hinchazón en las articulaciones, impidiéndoles caminar adecuadamente porque el dolor es muy fuerte. Además es migratoria, es decir, aparece una hinchazón en el hombro, las muñecas, los codos, las rodillas o tobillos. Nunca dura más de seis semanas y no deforma las articulaciones. Asimismo manifiestan nódulos subcutáneos (pequeñas protuberancias debajo de la piel, generalmente en zonas óseas). O erupción (erupción roja, irregular, en el tronco). Otro problema que es el más grave y que puede hacerse crónico es una carditis. Es la inflamación o hinchazón de las válvulas del corazón, de todo su músculo y membrana que rodea a este órgano. Según el Instituto del Corazón de Texas, más de la mitad de las veces la fiebre reumática produce una cicatrización de las válvulas del corazón. Esta cicatrización puede estrechar la válvula y hacer que sea más difícil que esta se abra bien o se cierre por completo. A su vez, el corazón tiene que esforzarse más por bombear sangre al resto del organismo. Este daño valvular puede dar lugar a una enfermedad denominada cardiopatía reumática la cual, con el tiempo, puede ocasionar insuficiencia cardiaca congestiva. Incluso con los años es necesario cambiar las válvulas mediante una operación abierta realizada por el cirujano cardiólogo. Según Moreno, hay niños que tienen fiebre reumática, pero no presentan artritis ni carditis; y aun en ellos es importante un tratamiento oportuno para evitar consecuencias futuras. Exámenes confirmatoriosCuando se sospecha de fiebre reumática, aparte del examen físico, dice Rosero, al niño se le hace una prueba de laboratorio simple y rápida. Consiste en una prueba llamada Strep-A para determinar si el estreptococo beta hemolítico del grupo A es el causante de la faringoamigdalitis. Para ello se pasa un hisopo hasta el fondo de la faringe, se saca la muestra y se la analiza. También se puede realizar un examen en sangre llamado Asto (Antiestreptolisina A) para medir los anticuerpos antiestreptococo. Sin embargo, indica Moreno, solo es un indicio indirecto, porque no todo resultado positivo equivale a fiebre reumática, ya que hay portadores sanos. Solución rápidaEl tratamiento contra la fiebre reumática es sencillo, barato y rápido con penicilina benzatínica, pero “si el paciente es alérgico a este medicamento se trata con eritromicina, un antibiótico antiguo, pero efectivo, a una dosis convencional”, asegura Gilberto Rosero. Lo importante, dice Mario Moreno, es que antes de aplicar el medicamento el pediatra o reumatólogo pediatra debe hacer un excelente diagnóstico. En el tratamiento contra la artritis provocada por la fiebre reumática, por ejemplo, es fundamental verificar si el paciente no tiene carditis, porque el antiinflamatorio (naproxen sódico o aspirina) que se receta podría esconder el daño en las válvulas del corazón que se deterioran cada vez.Para evitar que la enfermedad se repita (profilaxis) es recomendable un tratamiento con penicilina benzatínica cada 21 días por al menos cinco años continuos o hasta que el paciente cumpla los 21 años de edad, según Moreno. Pero si hay daño de válvulas la profilaxis es de por vida.La fiebre reumática es una enfermedad cuya causa es conocida, por lo que puede ser tratada a tiempo con penicilina, un tratamiento que resulta barato y que permite evitar complicaciones futuras”. Dr. Mario Moreno