Las autoridades chinas ordenaron este martes la evacuación de 80.000 personas por temor a la ruptura de un embalse natural formado como consecuencia del sismo del 12 de mayo en Sichuan (suroeste de China), que dejó unos 88.000 muertos y desparecidos.
El gobierno anunció que el balance aún provisional del terremoto ascendía a 67.183 muertos y 20.790 desaparecidos, en tanto que la prensa oficial indicaba que los equipos de socorro debían desplazar a 80.000 personas que viven cerca del nuevo lago antes de la medianoche del martes (16:00 GMT), para evitar una nueva catástrofe.
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Unas 70.000 personas ya habían sido evacuadas de la región de Beichuan.
El nuevo embalse natural se formó cuando el terremoto desplazó terrenos que bloquearon el río Jian.
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Una nueva y violenta réplica, de magnitud 5,4 en la escala de Richter, sacudió la zona, llegándose a sentir en la capital provincial, Chengdu.
Y unos 30 minutos después, otra réplica, de magnitud 5,7, estremeció la vecina Shaanxi, según la agencia de noticia China Nueva.
Las autoridades se han visto obligadas a estar atentas a miles de réplicas y otros riesgos, al tiempo que hacían llegar alimentos, refugio y asistencia médica a los millones de personas que se quedaron sin hogar.
Una de las tareas más urgentes es intentar evitar que el embalse natural -uno de los 35 que representa un peligro potencial- inunde un área en la que viven 1,3 millones de personas.
Soldados equipados con dinamita intentaban abrir pasos a través de los escombros que bloquean el cauce del río para reducir el nivel del lago, que se estima está reteniendo unos 130 millones de metros cúbicos de agua.
Liu Ning, ingeniero jefe del ministerio de Recursos Hidráulicos que supervisa la operación, explicó que se está desplazando a la población por su seguridad.
"Vale más que se quejen de las molestias ocasionadas por la evacuación que llorar después por una nueva catástrofe", afirmó.
Es imposible acceder al lago por carretera, por lo cual los equipos de soldados, ingenieros y policías se ven obligados a desplazarse a pie en un terreno escarpado.
A esto se suman los pronósticos de más lluvias, que amenazan con dificultar las operaciones y agravaron el nerviosismo de la población, instalada en campamentos improvisados cerca de sus casas destrozadas.
Bajo un sol abrasador, las tiendas de campaña están "calientes como hornos" y "cuando llueva serán todavía más insoportable".
Un consuelo menor llegó el martes a los desesperados supervivientes del terremoto, cuando las autoridades anunciaron que se flexibilizará la estricta política de planificación familiar, para permitir a los padres que perdieron a su único hijo que tengan otro.