A través de la administración de varias compañías, empresarios expanden sus negocios de casinos, bingos y salas de juego en Guayaquil y el resto del país.

El crupier reparte los naipes y el  azar se presenta como  le viene en gana. 
A veces se le antoja benévolo. A veces inclemente.  No hay nada que hacer: la suerte es  caprichosa. Las fichas se amontonan y la mesa de black jack  luce espléndida. Espléndida mientras la casa ¬esa que casi siempre gana¬  no  logre desnudar los bolsillos de quien se atreva a hacerle frente.   A un lado, la tabla  de  punto y banca clama por algo de  atención.