Desde Ingrata hasta Nuestro juramento fueron los temas que figuraron en el repertorio de la banda ganadora del Grammy Latino.

Un concierto de Café  Tacvba   da una cierta sensación de libertad. Los mexicanos interpretan sus temas preferidos, los más conocidos y se dan tiempo para los preferidos del público.

Con sus fans existe una conexión que sorprende. A Café Tacvba solo se puede admirar en algunos momentos, en otros, compenetrarse en una hermosa euforia. Es una celebración a la música mestiza, a la cultura popular y al rock.

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Unas 4.500 personas, la noche del pasado viernes, disfrutaron de un inolvidable concierto, que se realizó en la Plaza de Toros Quito.

No han perdido la energía de sus primeras presentaciones en la capital (1995 y 1997). Casi se podría decir con seguridad que el público de ese entonces fue el mismo que asistió a su  show.

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Ellos los han visto en sus diversas facetas, en que han indagado en las más íntimas expresiones culturales e íntimas. Sin limitarse nunca.
Algunas de sus líricas comprueban el concepto de que solo con un trabajo intenso se llega a la sencillez.

Hoy es difícil que en una fiesta en Latinoamérica no se toque Ingrata o que en una noche de guitarra no se les rinda homenaje con Esa noche. Y seguro que con los dos temas, como en su última presentación, la gente disfrutará hasta el extremo.

Café Tacvba es más que sus temas del disco Re o Avalancha de éxitos, esta vez presentaron el trabajo, Sino, en una etapa en que gustan más del rock y punk, aunque eso no quiere decir que hayan perdido la esencia de la fusión, que los caracteriza.

Los mexicanos hicieron un homenaje a Ecuador, la tierra del diablo uma, como la describen.  Rubén Albarrán, el vocalista, interpretó Nuestro juramento, tema de la película Crónicas, del director nacional Sebastián Cordero.

Tocaron un poco más de dos horas y media con un pequeño intermedio. Sinceros, entregados al público, no faltó la coreografía en Déjate caer (homenaje al grupo Los Tres). En ese momento la plaza enloqueció.

Capaces de ser irónicos y divertirse mostraban una actitud que parecía hacerlos más grandes. Hubo un espacio para que sus seguidoras subieran al escenario, para que a pedido del público toquen tres temas y además realicen algunas improvisaciones. Se retiraron bailando mambo a las 23:15.

Seguramente, la libertad del grupo frente a la vida y a la música es la que se llevó el público como el mejor recuerdo. Y también el anhelo de que vuelvan pronto.