Su hija se suicidó por falta de apoyo económico del esposo y porque no tenía trabajo estable.
“Mamá, llamo para decir que pases un feliz Día de la Madre. Ya no aguanto. No soporto. Ya todo está decidido y no hay nada más que hacer...”.
Las palabras de Diana Castañeda, de 27 años, estremecieron a su madre, Elvia Campuzano, de 50, quien le habló de los dos hijos que quedarían huérfanos para persuadirla de la idea de suicidarse. Pero desde su casa, en la ciudadela Los Helechos del cantón Durán, nada más pudo hacer por la hija deprimida que esa tarde de domingo la llamaba a su celular desde algún lugar de España.
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“A las 05:00 del lunes suena otra vez el teléfono y alguien del Consulado de Ecuador me llama para decirme que la habían encontrado muerta bajo un puente en Madrid”, recuerda Campuzano. “Mi hija me falló”, agrega entre lágrimas.
Su mirada angustiada se vuelca a una cama convertida en una gran cuna ubicada junto a la sala y donde duerme un niño que por su cuerpo delgado y con extremidades encogidas parece de 4 años. Es el primer hijo de la migrante fallecida, Roberth Viteri, de 7 años, quien tiene parálisis cerebral causada por “la negligencia de médicos de una maternidad y de un hospital de Guayaquil que no atendieron a tiempo el parto de mi hija ni a su recién nacido cuando tomó líquido amniótico”, afirma Campuzano.
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Explica que su hija se fue a trabajar a España para tener el dinero que le permitiera atender al pequeño. “El esposo (Aldo Viteri) trabajaba como guardia de seguridad, pero no era responsable. Al poco tiempo se separaron y él se fue a España. Ella se fue después (febrero del 2003), se reconciliaron y ella se embarazó nuevamente, pero él no cambió”, indica.
Sostiene que Castañeda se suicidó porque no tenía el apoyo de su cónyuge para mantener a sus dos hijos y porque hace más de un año no tenía un trabajo estable que le permitiera enviar dinero para su hijo.
Campuzano observa las fotos de su hija y de su nieta Aicha Keyla Viteri, nacida en España, hoy de 4 años, y a quien conoció en un viaje que la migrante hizo a Ecuador en diciembre del 2005, tras legalizar su permanencia en España. “Lo que hoy quiero es tener el cuerpo de mi hija para darle el último abrazo y sepultarla”, dice, y añade que este trámite ya lo gestiona la Defensoría del Pueblo.
La mujer también anhela recuperar a su nieta que está al cuidado de una española llamada Rossy, en Sevilla. “Con más razón ahora que un tío paterno de Guayaquil se comprometió a pagar sus gastos”, dice.
Campuzano admite que le hará falta la remesa de dinero de su hija y por eso está dispuesta a duplicar sus esfuerzos. “Me levanto a las 06:00 y me acuesto más de la 01:00 del siguiente día, atendiendo al bebe, lavando, cocinando, cosiendo ropa, poniendo sueros o inyecciones y preparando bollos, maduros asados y corviches para vender por el barrio”, explica. En esta última actividad la ayuda su hijo de 17 años, Pedro Espinoza, quien además labora reparando bicicletas, pero requiere un compresor que le permita hacer un trabajo más efectivo.
“Para que el niño tenga una buena atención se requieren unos mil dólares mensuales. Esto incluye terapias (física de estimulación y lenguaje) con el debido transporte al sitio, alimentación y medicina especiales”, expresa Campuzano.
Pedido
Quienes deseen ayudar a Roberth Viteri y a su abuela, Elvia Campuzano, contactarse al (09) 6186-568 o en la cdla. Los Helechos, sector 5, mz. N2, solar 13, en Durán.
Lo que necesita
Roberth requiere alimentos y medicinas como: Pediasure, Ensure, Enfagrown, Trileptal, Neuryl, cereal Nestum y pañales Huggies XG.