Antes de que Vladimir Nabokov, autor de “Lolita”, “Fuego Pálido”, “Habla, Memoria”, entre otras obras maestras, falleciera, en Montreux, Suiza, en julio de 1977, había estado trabajando con ahínco en otra novela. En diciembre de 1976, le compartió a The New York Times que el “manuscrito no totalmente concluso” estaba titulado “El Original de Laura” y ya estaba “terminado en mi mente”. Poco después, el editor de Nabokov, en la editorial McGraw-Hill, reveló que el autor estaba a punto de iniciar su redacción, con lápiz, en tarjetitas (Nabokov nunca trabajaba con máquina de escribir).

Sin embargo, Nabokov sólo pudo llenar parte del mazo de tarjetas —138, con numerosos borrones y ediciones— antes de enfermarse por última vez. Conocido por su sentido del perfeccionismo artístico y del purismo literario, dejó instrucciones de destruir las tarjetas, mandato que ni Véra, su esposa, ni Dmitri, su hijo de ahora casi 74 años, pudieron resolverse a cumplir. Ahora, Dmitri Nabokov, entrevistado vía correo electrónico, ha anunciado que “Laura” será publicada.

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P. Han pasado tres décadas desde la muerte de su padre. ¿Por qué tardó tanto determinar cuál sería el destino de “Laura” y cómo tomó su decisión final? ¿Qué tan difícil le ha resultado?
R.
Se requirió el paso del tiempo, la opinión de unos cuantos buenos consejeros y, sobre todo, una intensa reflexión mía, para que cristalizara la idea de lo que debía hacerse exactamente con las preciadas tarjetas. Fuera cual fuere su grado de seguridad, conservarlas bajo llave nunca habría garantizado su inmunidad permanente a ser reveladas.

P. Se dice que involucra a un corpulento catedrático casado con una mujer sumamente promiscua llamada Flora; ¿es correcto?
R.
Hasta allí va bien.

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P. ¿Qué tan largo será? Volví a leer hace poco la muy conmovedora “María”, primera novela de su padre. Sólo tiene un poco más de 100 páginas.
R.
Me parece una buena aproximación de la extensión total del tomo de “Laura”.

P. ¿Describiría a “Laura” más bien como un bosquejo o un conjunto de fragmentos? Digo, ¿acaso hay porciones más o menos terminadas? Sé que su padre decía acerca de su método que era como armar secciones de un rompecabezas.
R.
Temo que la situación es tan inusual que no puedo mostrarme específico; sólo puedo decirle que, además de la porción principal, hay muchas otras partes que parecen completas.

P. ¿Quién podría disfrutar más de la novela? ¿Los estudiosos? ¿Los lectores? ¿Ambos?
R.
No dividiría a los consumidores potenciales de esta obra en categorías, sino más bien de acuerdo a su ojo por las imágenes y su capacidad para estremecerse de emoción.