Entre el 30% y 80% de los predios asentados en territorio ecuatoriano en el norte de Sucumbíos son propiedad de ciudadanos colombianos. En esa zona no se habla de fronteras, se critica los efectos del conflicto interno del vecino país y algunos pobladores tienen un discurso que consideran bolivariano. Las relaciones entre las personas de ambos países son cordiales, aunque los campesinos ecuatorianos tienen temor de cruzar al lado colombiano.

El vallenato retumba en las entrañas de la selva. Acalla el rugir de los generadores eléctricos, el sonido de las aguas turbulentas del río Putumayo. La noche del miércoles 30 de abril tiene un inusitado movimiento en los billares instalados en las casas de tablas con pisos de tierra de Palmar, poblado en formación. Se asienta a orillas del río Putumayo, en el límite con Colombia, al noroeste de Sucumbíos. Está a unos 5 kilómetros en línea recta de Angostura, sitio donde el Ejército colombiano incursionó en suelo ecuatoriano, el 1 de marzo pasado, y bombardeó un campamento de las FARC donde murieron Raúl Reyes, el número dos de esa guerrilla, y otras 23 personas.

Palmar,  hasta hace un año formado por una decena de casas, una escuela y un centenar de campesinos ecuatorianos, experimenta hoy un crecimiento veloz. Ya son unas cien casas, más de la mitad cantinas, restaurantes y otros negocios, como la residencial Aire Sureño, cuyo nombre cita al sur de Colombia, pero en el norte de Ecuador.

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Los nuevos habitantes de Palmar son colombianos que dicen querer vivir en paz, huir de la violencia o de la persecución de la guerrilla o el Ejército. Y hay también decenas de solares que se venden y donde se levantan más viviendas.

La historia de Palmar se asemeja a Puerto Nuevo, Puerto Mestanza, Nueva Santa Rosa y General Farfán, en la zona fronteriza de Sucumbíos, que tienen en común el hecho de haber sido pequeños caseríos hace unos cinco años, pero ahora se han transformado en zonas de gran movimiento, con población mayoritariamente colombiana. En sí, la frontera ecuatoriana es tan viva pese al temor y las secuelas que deja el conflicto interno colombiano. En esta región, entre el 30% y 80% de los predios está en poder de los vecinos.

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En el caso de Palmar, su acceso es posible tras viajar en carro durante cuatro horas desde Nueva Loja, la capital de Sucumbíos. Hay que atravesar el río San Miguel, en una gabarra que Petroecuador mantiene para acceder al campo petrolero Víctor Hugo Ruales, en Cantagallo. Se debe cruzar lodazales donde los carros quedan atrapados durante horas.

El cambio de Palmar empezó hace un año, cuando el Consejo Provincial de Sucumbíos y el Municipio de El Carmen de Putumayo construyeron una vía desde Cantagallo. Esta carretera no solo sirvió a los ecuatorianos, sino a los colombianos que habitan en veredas del sur del departamento de Putumayo.

Hace medio año llegaron los comerciantes. Los sábados hay una feria donde circulan millones de pesos, pues los vecinos del norte son los principales clientes. Hoy hay cuatro turnos diarios de cooperativas de buses entre Nueva Loja y Palmar.

Santiago Abad es el dueño del billar con mayor movimiento. Tiene un marcado acento colombiano y sus vecinos dicen que es de la vereda Sevilla.
Él asegura ser ecuatoriano, de Lago Agrio. Cuenta que llegó “hace pocos meses”, luego de comprar un solar. Ahora, en su local vende al menos cien jabas de cerveza ecuatoriana. Sus clientes son campesinos colombianos y guerrilleros que llegan de civil.

La ecuatoriana Amparo Cuchimba es la vicepresidenta de la junta comunal de Palmar. Refiere que por la llegada de colombianos, el comunero local Antonio Aguinda lotizó parte de su finca de 50 hectáreas y vendió solares a un costo de entre 200 mil y un millón 300 mil pesos (110 y 700 dólares).
Igual hace la colombiana María Erazo. Así, la comunidad crece y el 80% de los lotes está ahora en poder de ciudadanos de ese país.

Cuchimba dice que hoy esperan que las autoridades de Sucumbíos y el Estado les proporcionen servicios básicos como agua potable, luz eléctrica, dispensario médico y hasta una cancha deportiva.

En Palmar, donde según algunos pobladores escucharon los bombazos que acabaron con el jefe guerrillero Raúl Reyes, las transacciones de predios se hace bajo contrato privado. Pocos hacen escrituras en una notaría. Igual situación se da en otras zonas de Sucumbíos, donde entre los años 2002 y 2005 se apreciaban rótulos de “Se vende esta finca”, colocados por campesinos ecuatorianos.

La notable tenencia de la tierra por parte de los extranjeros no está prohibida en la Ley, según el ex notario primero Kléver Bravo, el actual notario José Barrezueta y el registrador de la Propiedad, Aurogelio Tulio. El único requisito para hacer una escritura en la notaría es la cédula, ecuatoriana o extranjera. La ley denominada Trole 2, vigente desde el 2002, suprimió la norma que impedía a extranjeros adquirir predios en sectores fronterizos y playas.

Por esta razón, cientos de ciudadanos colombianos son propietarios o siguen adquiriendo predios en Sucumbíos.

Son dueños incluso de las fincas de 50 hectáreas que hace tres décadas entregó el entonces Ierac, hoy INDA (Instituto de Desarrollo Agropecuario), a agricultores que llegaron de Manabí, Loja, Los Ríos y El Oro. Un 30% de esas tierras pertenecerían a colombianos, estima Bravo, pero ni él ni los otros funcionarios dan cifras concretas.

Nelson Muñoz, asesor del INDA en Quito, explica que no existen datos de adjudicaciones a colombianos, pero señala que la Ley no lo prohíbe. Según el artículo 50 de la Ley de Desarrollo Agrario, se adjudicará un área cuando se compruebe una tenencia de cinco años como mínimo. Los requisitos: ser mayor de edad, ejercer la agricultura y no poseer terrenos en la zona.

Las fincas se extienden incluso hacia sectores remotos. Por ejemplo, una estaba a 2.000 metros del sitio donde se había levantado el campamento de las FARC bombardeado por Colombia. En esa propiedad los periodistas que ingresaron un día después del ataque apreciaron decenas de caballos finos, ganado brahman y gallinas.

En Puerto Nuevo, que comenzó a poblarse en el 2003, cuando empezó la aplicación del Plan Colombia y la erradicación de la coca en ese país, el 80% de la población es colombiana, según José Reyes, miembro de la junta comunal. Refiriéndose a este sitio, el presidente colombiano Álvaro Uribe señaló hace tres semanas que las FARC tenían propiedades en Ecuador.

Este puerto está ubicado a orillas del río San Miguel y frente a Teteyé, donde se dan constantes combates. En Puerto Nuevo, ciudadanos colombianos tienen viviendas de hormigón de hasta tres pisos. Uno de ellos, dueño de unas cabinas telefónicas, posee dos casas, la una con paredes cubiertas con baldosas.

“Así es de desigual la vida. Vine en el 2003 y, mire, no puedo progresar así a pesar de que trabajo todos los días en mi negocio”, dice una comerciante.

Una hora aguas arriba del río San Miguel, desde Puerto Nuevo, se va formando otro pueblo. Se trata de la comunidad 18 de Diciembre, donde actualmente hay once familias. Miguel Fernando Cruz, oriundo de Muisne pero residente en Sucumbíos durante más de dos décadas, es uno de los habitantes. Afirma que de las once familias, siete son colombianas.

El negocio de tierras está en auge en 18 de Diciembre. Por cada hectárea, los ciudadanos del vecino país pagan en promedio unos 300 dólares.

“Todos nos llevamos bien”, señala Cruz, al referirse al conflicto diplomático que mantiene Ecuador con Colombia,  a raíz de su incursión armada en Angostura. En toda esta región ese roce importa poco a los campesinos.

Los dirigentes afirman sentirse molestos. La mayoría de líderes barriales posee un discurso similar al usado por los mandatarios de Venezuela, Hugo Chávez, y Ecuador, Rafael Correa.

“(Álvaro) Uribe trata de involucrar a la comunidad ecuatoriana en un conflicto que no es nuestro... Los países bolivarianos no debemos tener fronteras. Las FARC respetan la soberanía, no vienen uniformados, y si llegan, lo hacen de civiles”, dice José Reyes, dirigente de la junta comunal de Puerto Nuevo.

Otra dirigente de General Farfán acusa a Uribe de promover la guerra y ser el causante  de la pobreza en su territorio al erradicar la coca y no brindar otras oportunidades de subsistencia. “Por eso los campesinos vienen a nuestro país”.

Carlos, un agricultor de La Chone, sector cercano a Puerto Nuevo, dice ser uno de los que no vendió su finca a los colombianos. “Si vienen y ofrecen buen dinero, a uno le tientan. Ahora nos vamos acostumbrando a su presencia”. Indica que tiene recelo porque no sabe sobre el pasado de sus vecinos.

Cifras

6
Meses.
Ese periodo tardó para que la comunidad ecuatoriana de Palmar se transforme en un pueblo donde el 80% de residentes son colombianos.

5
Otros casos.
En lo que va de este año, al menos ese número de localidades se transforma como Palmar.

1.800
Habitantes.
Esa población tiene Puerto Nuevo, 80% es de Colombia. Ahí una casa vale mínimo 10 mil dólares.

Opiniones.

José Reyes, dirigente comunitario de Puerto Nuevo
‘Los dueños de fincas son gente  de bien, no son guerrilleros’
“El porcentaje de propietarios colombianos de tierras ecuatorianas aumenta. El desplazamiento forzoso que por el conflicto ha dado Álvaro Uribe a la población colombiana incomoda y la gente prefiere venirse para acá. No es nuevo pero eso va incrementándose.

“Si Uribe dice que las FARC tienen propiedades en Ecuador, eso afirma él. Los guerrilleros –dicen ellos– no son finqueros, son un ejército y defienden el patrimonio del pueblo. La casa de ellos la cargan en su espalda, no se puede decir que ellos tienen fincas en Ecuador. Aquí en Puerto Nuevo, el 90% del comercio es de colombianos, sean refugiados, desplazados o con cédula ecuatoriana; no guerrilleros... Además, todo aquel que se sienta bolivariano, no debe tener fronteras para defender a  la clase obrera, al pueblo”.

Kléver Bravo, ex notario de Nueva Loja
“En los índices de escrituras no se registra la nacionalidad”
“Se nota una afluencia grande. Puede ser más arriba del 30% de propiedades que sean de ciudadanos colombianos. Es duro determinar porque muchos han sacado cédulas de ecuatorianos. Pero es evidente.
Además, en la zona rural solo se hacen contratos. Otra cosa, en los archivos de la Notaría no se registran por nacionalidad, sino solo por los documentos que se elaboran. En los índices lo que se hallan son nombres y apellidos y fecha, no nacionalidad.

Tampoco se puede determinar quiénes son los que compran las tierras y de dónde procede el dinero. Pero es preciso dejar en claro que la relación económica de colombianos y ecuatorianos le ha dado vitalidad a esta zona. Si no hubiera sido por esta realidad, las condiciones económicas de nuestros campesinos serían muy dífíciles”.

Juan Albeiro, colombiano residente en General Farfán
‘Toda mi familia tiene  fincas y negocios aquí en Ecuador’
 “Yo llegué hace poco para acá  desde San Miguel, Colombia. Mis seis hermanos y mi papá vinieron para el Ecuador hace cinco años y no regresaron porque era una etapa dura. Hace un mes y medio me fue a ver mi hermano Jeferson y dijo que me venga a esta finca que recién había comprado. Él tiene negocios en Santo Domingo y allá vive con su familia.

“Mi papá también tiene una finca en la Diez de Agosto, comunidad de Nueva Loja. Otro hermano vive en una finca de siete hectáreas que también se compró mi hermano, por acá cerca. Todos tenemos un lugar para vivir aquí en Ecuador.

“Tengo dos hijos y mi esposa y ahora recién tengo cuatro vacas, como para comenzar. Voy a arreglar unas cuatro pozas para cuidar peces. Me siento tranquilo, aquí sentimos paz”.