Una vez más debemos asistir a un linchamiento en televisión. ¿Cuántas van? Ya he perdido la cuenta. Y siempre el ritual es el mismo: un pueblo que en masa pierde los límites, agarra a unos supuestos delincuentes, los apalea, mata y crema.

En los últimos años, la particularidad es que siempre aparece una cámara. En lo sucedido esta semana, el desborde sensacionalista se lo debemos a Manavisión, cadena local, a la cual la mayoría de medios nacionales que transmitieron las imágenes del linchamiento, expresaron su agradecimiento más sentido. Faltaba más.

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Teleamazonas no tuvo acceso a los materiales de Manavisión. ¿Qué hicieron, entonces? Reseñar que los linchadores (unas 300 personas, se dice) agredieron a algunos reporteros e incautaron las cintas. Eso es curarse en salud.

Pero como no podían quedar sin las imágenes de tan espectacular hecho, recurrieron a la imaginación: tomas de una cámara casera con tomas de las espaldas de una muchedumbre dedicada a la tarea de golpear y asesinar. Fotografías de los cuerpos ensangrentados y quemados. Y lo más sorprendente: una recreación dramatizada de cómo se apaleó y luego se roció con gasolina a los presuntos delincuentes.

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De los canales que tuvieron las tomas –debemos asombrarnos–, los más recatados fueron los de El Noticiero de TC Televisión. Transmitieron todas las imágenes, pero ‘pixelaron’ los cuerpos al punto que muchas imágenes eran irreconocibles. Recordemos que anteriores ocasiones no habían dudado en transmitir ajusticiamientos salvajes sin el más mínimo pudor. Solo por citar un caso: Quinindé (Esmeraldas), octubre del 2005.

Ahora, la tarea de ser lo más explícito posible se lo dejó en manos de la cadena melliza: Gamavisión. Se revela de esta forma que hay una inversión de roles en la estrategia informativa. La pena es que nos privaron de la “maravillosa” prosa poética de Jonathan Carrera.

Las imágenes transmitidas por el canal 8 en Guayaquil y el 2 en Quito fueron de enorme crudeza: los cuerpos quemándose debajo de unos palos en medio del malecón, la gente impávida viendo el espectáculo; la Policía, como suele suceder en estos casos, inactiva, impávida, mera espectadora.

Y al respecto, resultó interesante ver la entrevista de Félix Narváez al mayor Zapata. El periodista cuestionó la falta de efectividad policial en la lucha contra el delito, el mayor se excusó como siempre en la “falta de recursos” y “hombres” (lo cual, todas las cifras dicen que no es cierto) y finalmente se dedicó a promocionar el concierto “Corazones azules por la paz”. Es decir, en la Policía no pueden cumplir su rol, pero están prestos a ser eficientes empresarios artísticos.

Gamavisión empaquetó la noticia de los sucesos en San Vicente en un contexto que en otras pantallas se dejó implícito: ¿Lo de San Vicente fue un crimen xenófobo? ¿Se trataba de ir ajustando cuentas con los colombianos?

Las declaraciones del Canciller colombiano, ante las preguntas de la prensa, lo daban por sentado con un argumento absolutamente real, pero que suena paradójico viniendo de quien viene: “Por más delincuentes que hayan sido, merecían un juicio” y no ser asesinados de esa forma.

Como al otro lado de la frontera también se cuecen habas, lo de San Vicente dio pie para que comenzara a plantearse la existencia de una actitud hostil de los ecuatorianos. Así se lo presentó en RCN, “cadena aliada” de TC y Gamavisión y férrea defensora de las tesis del presidente Álvaro Uribe.

RCN y con ella Gamavisión presentaron un reportaje con “otra salvaje agresión” a un ciudadano colombiano, ocurrida después de un asalto a un local comercial en Quito. Cuando los ladrones se fueron, el dueño del local acusó al agredido de ser cómplice de los ladrones y comenzó a golpearlo...