Beatriz Gil y Patricia González ofrecieron un concierto a teatro lleno, la noche del pasado martes.
Enrique Gil no estuvo, pero estuvo. Estuvo en las palabras de su hija, la cantante Beatriz Gil, quien lo recordó cuando interpretó Castillos en el aire o cuando le dedicó Honrar la vida, ese himno compuesto por la argentina Eladia Vlázquez: “Merecer la vida no es callar/ y consentir,/ tantas injusticias repetidas./ Es una virtud, es dignidad/ y es la actitud de identidad/ más definida...”.
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Estuvo, asimismo, en las palabras de la bolerista Patricia González: “Para mí es una honra cantar para mi hermano Enrique Gil”. En los aplausos que se escucharon cálidos, intensos. Y en ese público que acudió y llenó el Teatro Centro de Arte. Fue una forma de reconocer un trabajo, una trayectoria: la de Enrique Kili Gil, quien está delicado de salud y esa noche (el martes pasado) recibió un homenaje musical. No acudió, pero siempre se habló de él. El concierto se tituló Con cariño a Kili Gil. Tuvo como protagonistas a dos voces emblemas de la ciudad: la de Gil y la de González, que ofrecieron un show de solidaridad y buena música.
El espectáculo lo abrió Beatriz Gil. Brindó un repertorio amplio en temática y géneros musicales. En su voz llegaron a la sala desde canciones de Alberto Cortez y Rocío Dúrcal, hasta valses peruanos, tangos y bossa nova. Y no faltaron temas setenteros que tanto entusiasmaron a los asistentes, para rematar con una canción conocida entre las actuales generaciones: Color esperanza, de Diego Torres. Pero el instante más emotivo fue la interpretación de Honrar la vida, que el público saludó de pie.
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La segunda parte del concierto estuvo en boca de Patricia González, con su voz grave, con ese humor que sus admiradores celebran. La artista canta y conversa en sus shows. Pero esta vez cambió un poco la tónica: conversó y cantó. Su humor giró en torno a su hermana, a los amigos que estaban en la sala, a lo pelucón, lo cholo y Correa.
“Nadie está más feliz en este Gobierno que yo, con mi apellido tan cholo: González”, dijo entre risas. Se reconoció una “trompa sucia”. Refirió que sus amigos siempre le dicen: “Cada día estás peor”. Y ella contesta: “Como el Gobierno”. Afirmó que su cuenta corriente son sus amigos. “Yo no atesoro plata, sino amigos”. Con esta frase dijo por qué estaba allí.
Interpretó conocidos boleros y se atrevió con un tango: Sur, que le encanta a su amigo Kili. En el bolero Sabor a mí tuvo el acompañamiento entusiasta del público. “¡Cuidado me quitan la pega!”, exclamó. Luego le pidieron a gritos La torre, su canción ícono, y ella accedió.
Para el final dejó un dúo con Beatriz Gil, a quien llamó hijastra. “Y no fue mi hija porque la Chavalilla (Beatriz Parra) se me cruzó”, añadió. Entre abrazos, las artistas interpretaron a dúo el bolero Poquita fe. Así cerró el homenaje a Kili. El público pidió otra. Pero no hubo más.
BREVES
HASTA LAS 23:00
El concierto comenzó pasadas las 20:30 y se extendió hasta las 23:00.
ANIMADOR
Como maestro de ceremonias actuó Carlos Alberto Vicente.
MÚSICOS
Las artistas estuvieron acompañadas por un conjunto musical dirigido por el maestro Alejandro Cañote.