Habitantes de El Capricho en Guaviare, están temerosos de represalias.
El rumor de que la rehén de las FARC, Ingrid Betancourt, fue vista en grave estado de salud se tornó en un calvario para aquellos que terminaron relacionados con sus apariciones en Guaviare, al sur de Colombia.
Las versiones afirman que Betancourt fue sacada de la selva y llevada a tres puestos de salud en febrero ante complicaciones por hepatitis B, paludismo y leishmaniasis; el otro, que un campesino estuvo en contacto con ella el 23 de marzo.
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De ambas informaciones da fe el padre Manuel Mancera, párroco de La Libertad, aldea del municipio de El Retorno (450 km al sureste de Bogotá), quien asegura que la política fue atendida en el poblado de El Capricho durante una noche entre el 15 y el 20 de febrero y afirma que la dirigente ya no estaría en un campamento sino en una finca de la zona.
Las versiones sobre la atención de urgencia a Betancourt, de 46 años y secuestrada hace seis, las confirmó el defensor del pueblo Vólmar Pérez.
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El sacerdote y algunos pobladores, señalan también que un campesino que vio a Betancourt, afirma que “está muy débil y profundamente deprimida, no habla con nadie, se le acabó la ilusión de vivir. Está en riesgo de muerte”.
Pero esas revelaciones se le convirtieron a Mancera en una cruz, pues su obispo le ordenó callarse y recibe críticas de sus propios colegas, que lo tachan de imprudente, y de moradores temerosos de represalias. “Si ella muere, me quedaría el dolor de haber callado”, se defiende el cura.
La situación también alteró la vida del médico de la población, Andrés Teherán, quien desapareció y por teléfono dijo al programa ‘Noticias Uno‘ que no vio ni atendió a la ex candidata.
“Estamos asustados porque corremos peligro. El Ejército presionó a la enfermera advirtiéndole que la sometería al polígrafo”, cuenta un lugareño.
Además un hombre que vio cuando Betancourt era asistida abandonó la localidad, y el campesino que la encontró está temeroso por temor a represalias oficiales y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que controlan Guaviare pese a la ofensiva de unos 7.000 militares y policías.