Desde enero que tomó fuerza el invierno y hasta la presente fecha no se ha podido hacer efectiva la entrega de dicho bono de inundaciones a ninguna persona afectada. Si este gobierno está a favor de la descentralización burocrática, que haga efectiva dicha ayuda y coordine con prontitud para favorecer a los sectores inundados. Solo en nuestro sector hemos visto la visita de funcionarios de Guayas con maquinaria pesada, brigadas médicas y de fumigación domiciliaria.
Jhonny Guisamano Ruano,
Tenguel, Guayas
En la Costa hay muchísimos damnificados por las lluvias e inundaciones. ¿El Presidente y sus ministros han visto hasta dónde llega el agua en todo el Litoral, todas las pérdidas millonarias en cultivos, maquinarias, caminos, etcétera? Esa gente además de sufrir la tragedia de perder sus bienes, vivir con agua hasta el techo sin poder dormir, sin Policía ni Ejército que los ayude a evacuar ni a cuidar lo poco que les queda, han perdido sus cultivos para los cuales muchos se endeudaron. Saben que se los ha declarado en emergencia, pero aún no ven ni un centavo para esta tragedia. Saben que el Presidente sobrevoló la zona, pero aún ninguno de sus funcionarios toma decisiones, ni ejecuta nada. Esta inacción, ¿por qué?, ¿el Gobierno tendrá gente incapaz? ¿Por qué el Presidente no se sienta en su oficina a gobernar, pero anda como candidato aún? ¿Por qué sí hay plata, al menos para la campaña del Presidente que sigue de candidato no sé por qué, y para comprar y remodelar un palacio en el barrio “pelucón” de la avenida Francisco de Orellana donde están las oficinas del Ministerio del Litoral (tremendo elefante blanco, monumento a la inacción)? Ojalá y todos los habitantes de la Costa recordemos este olvido de un presidente costeño al momento de que nos llegue el marketing del Gobierno cuando necesite el voto. Hasta ahora debemos pagar con la misma moneda: olvido.
Publicidad
Juan Carlos Abad Fernández,
abogado, Guayaquil
Más de 3 millones 500 mil ecuatorianos y 115 mil hectáreas de sembríos afectados, 300 mil evacuados, muchos en improvisados albergues, y más de 20 fallecidos es el saldo de este devastador invierno; sin considerar los campesinos sin voz, olvidados junto a sus familias en la inmensidad de su –ayer pródiga– tierra sumergida bajo el agua.
Ellos anhelan ayuda humanitaria o la clemencia del Creador. Es menester que la Asamblea, organismos estatales y privados nacionales e internacionales, participen en campañas humanitarias; el Banco Nacional de Fomento condone las deudas; y los recursos donados sean repartidos equitativamente, sin lucro de quienes los administran y distribuyen. Dejemos atrás la confrontación y el millonario discurso publicitario y político. A quienes lo han perdido todo no les interesa la Asamblea Constituyente, o el ministerio de la risa; les urge la asistencia de los organismos gubernamentales con recursos en óptimo estado y no promesas, y que abandonando la constante campaña asuman responsablemente sus funciones, ejecutando obras y proyectos sustentados en los requerimientos de los ecuatorianos hoy desamparados.
Publicidad
Raúl Aguirre Hojas,
químico, Guayaquil
De las predicciones actuales sobre nuestro complejo clima, más confiables fueron las recordadas del astrónomo Ortega o las del almanaque Bristol, para iniciar o suspender las siembras en épocas de sequía o de lluvia; pero hoy pese al permanente adelanto científico y a los cambios climáticos a nivel mundial por el calentamiento global, alertados oportunamente por los medios de información, no atinan ni una nuestros técnicos, más la improvisación y la lentitud burocrática reinante, caotizan totalmente nuestro país.
Publicidad
Noticias que los agricultores, sus casas y cultivos en la cuenca baja del Guayas pueden desaparecer por el catastrófico desborde de sus canales y ríos que la riegan; que hospitales públicos cercanos a la tragedia limitaron sus consultas por estar inundados; que padres e hijos desaparecen en el agua por falta de botes o puentes colapsados. Sucesos graves como estos se repiten e indican que falta siempre un completo y constante mantenimiento, y oportuna capacitación a especialistas criollos en desastres que mitiguen emergencias.
Hoy imploramos al mundo entero ayuda urgente, pero se olvida que quien siembra vientos cosecha tempestad. Rogamos, a nombre de quienes lo han perdido todo, la solidaridad de los verdaderos amigos del Ecuador para los damnificados de la mayor zona productiva ecuatoriana, y confiamos que olviden las ofensas y los insultos.
Fernando Renella Coll,
Guayaquil