La quiteña continúa su labor social. Ahora busca donaciones para ayudar a los damnificados por las lluvias en el Litoral.
A tres semanas de entregar la corona de Miss Ecuador, Lugina Cabezas se muestra agotada pero satisfecha con el trabajo realizado durante su reinado.
La soberana, de 20 años, indica que en este tiempo su prioridad fue la salud.
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Señala que como Miss Ecuador tuvo la oportunidad de visitar varios lugares y conocer más la realidad social del país. “Uno ve las necesidades y se va enfocando con criterio en los proyectos sociales más urgentes. Por ejemplo, íbamos a los hospitales y allí nos indicaban que requerían medicamentos”, dice Lugina. Por este motivo se decidió a cambiar el proyecto que se planteó cuando fue candidata, que era trabajar por los hijos de los migrantes.
Un poco disfónica por el constante cambio de clima, ya que está siempre viajando de la Sierra a la Costa y viceversa, explica que al comienzo del certamen –cuando son aspirantes– no están tan empapadas de lo que ocurre como cuando lo palpan personalmente.
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Lo primero que hizo fue una campaña de desparasitación que benefició a niños y jóvenes de orfanatos, así como a los que habitan en las áreas rurales y el sur de la capital.
Comenta que aunque hubo la intención de llevar la atención a otras ciudades del país, las donaciones que obtuvo de las empresas privadas no alcanzaron para abarcar otras regiones.
Se detiene, toma aire y de inmediato afirma que en toda esta labor contó con el apoyo de las cinco finalistas del certamen.
“No solo trabaja la Miss Ecuador, todas hemos sido un equipo. Valeska Saab es un orgullo, no solo como amiga porque la quiero muchísimo, sino porque es una verdadera reina. Jéssica Ortiz ayudó en Esmeraldas, Mishelle Granda en Loja y Andrea Fiallos en Guayaquil”, asegura Lugina.
Comenta que trabajar en lo social es “lindísimo y muy enriquecedor, pero no es tan fácil como parece. Hay que darle el tiempo completo”.
Algo que le afectó fue el cambio radical de actividades. “Pasé a ser compañera de una maleta. Muy poco pude compartir con mi familia y mis amigos, el cambio fue drástico. Es un año donde uno se desconecta de la vida normal y hay que saber manejarlo”, manifiesta.
Inclusive padeció de una alergia en el rostro, en julio pasado, por el estrés, el uso de maquillaje diario y el cambio de alimentación. Pero en lugar de tomarlo como una desventaja, para la Miss Ecuador se convirtió en una fortaleza. “Lo importante fue la actitud, no me dejé vencer”, anota.
De este año de reinado le quedan muchas anécdotas que han quedado grabadas en su memoria. “No he sentido frío en ningún momento, he sentido el calor humano, he estado rodeada de tanta gente buena. No me han faltado los abrazos y besos de los ecuatorianos en todos los sitios que he visitado”, refiere.
Actualmente trabaja en una campaña para combatir la diarrea. Además, comenzó en Quito el acopio de donaciones para ayudar a los habitantes de Machala, ciudad que ha sido afectada por el fuerte temporal de invierno.
Después de terminar su periodo, Lugina retomará su carrera de Derecho en la Universidad San Francisco de Quito. “El objetivo es prepararme para servir al país”, expresa, y anticipa que no descuidará las campañas sociales.
Comenta que se le han presentado varias propuestas que le permitirían incursionar en la televisión, pero dice que aún lo está pensando.