Al partido decisivo llegan los dos conjuntos más potentes, que pasaron por encima de los pronósticos, porque Camerún debía superar lo que consideraba una encerrona, por el ambiente creado a favor del país anfitrión y la hierba excesivamente alta del terreno de juego, y Egipto, el favoritismo de la selección marfileña, comandada por Didier Drogba, la estrella del Chelsea.